viernes, 1 de noviembre de 2013

LA MANO DIESTRA DEL CAPITALISMO, DE LEO STRAUSS AL MOVIMIENTO NEOCONSERVADOR (II)



Los straussianos y el straussianismo. 

Desde que Strauss comenzara su labor proselitista han sido iniciadas cuatro generaciones de “filósofos”, que forman un numeroso y compacto grupo de gran influencia en los medios políticos y académicos de EEUU. Esto se advierte fácilmente en la multitud de departamentos universitarios en los que están presentes, así como en el reclutamiento de altos funcionarios de la administración y de la clase política, gracias a los cuales han ocupado sólidas posiciones en los centros de decisión del aparato político de la derecha conservadora norteamericana. Así se han convertido en la fuente de inspiración ideológica del partido republicano,  cambiando definitivamente el curso del pensamiento conservador norteamericano. Para esta misión han contado con el apoyo financiero de las grandes corporaciones, que han sufragado la publicación y difusión de sus ideas a través de diversas publicaciones y de los numerosísimos “think tanks” como la “Fundación Olin”, la “Fundación Sarah Scaife”, la “Fundación Bradley”, la "Fundación Cato", la "Fundación Heritage", el “American Enterprise Institute” (AEI), el “Project for the New American Century” (PNAC) o el “Center for Strategic and International Studies” (CSIS), que sirven como correa de transmisión de ideas entre la corriente neoconservadora de pensamiento y la agenda política republicana, en la que han venido jugando un papel determinante.

La reputación intelectual de Strauss y su atractivo fuera de los ambientes académicos, ha ido aumentando en la misma medida en la que antiguos alumnos suyos fueron escalando posiciones en la vida pública. Previamente a la irrupción de los straussianos en la política activa, los conservadores habían alcanzado una importante presencia en el mundo académico, gracias a Allan David Bloom, Irving Kristol, Norman Podhoretz, Samuel Huntington, Seymour Martin Lypset o Daniel Bell, por lo que a su llegada, los straussianos encontraron un ambiente favorable en la derecha estdounidense, en el que los antiguos alumnos y protegidos de Strauss, como Francis Fukuyama, Allan Bloom, Harry Haffa, Harvey Mansfield o Robert y Frederick Kagan , que ya no se considera seguidor de Strauss, tuvieron un éxito fulgurante.

Pero la primera cosecha de seguidores del movimiento neoconservador, es anterior a los mencionados, los dos discípulos más inmediatos de Strauss fueron Allan Bloom, autor de “The Closing of the American Mind” y el antiguo izquierdista Irving Kristol, a quien le parecía modélica la serie de películas protagonizadas por el actor Sylvester Stallone encarnando el personaje de “Rambo”. Ambos se convirtieron en los auténticos creadores del movimiento neoconservador. 

Allan David Bloom, la reacción a la contracultura. 

Allan D. Bloom
Allan David Bloom (1930-1992), era el hijo único de una familia judía de Indianápolis, que tras sus estudios universitarios en Baltimore, se interesó por los problemas educativos. Se doctoró en sociología en la Universidad de Chicago (1955) y estudió y enseñó en París (1953-55) y Alemania (1957). Al volver a EEUU impartió cursos para adultos en la Universidad de Chicago y Yale, más tarde en la de Toronto y luego en la de Tel Aviv. En 1984 fundó el centro de estudios de la "Fundación Olin” y discípulo predilecto de Strauss y, cómo no, era un straussiano riguroso. En París fue discípulo de Alexandre Kojève, un intelectual francés sobrino del pintor Kandinsky que espió para la URSS durante treinta años y que fue amigo de Strauss desde la estancia de éste en París. A lo largo de su vida mantuvo amistad con otros intelectuales judíos como Raymond Aron o Susan Sontag.

A partir de los años 70 empezó a relacionarse con los iniciados straussianos que lo impulsaron hasta conseguir que la publicación de “The closing for the American Mind”, consiguió mantenerse en la lista de los libros más vendidos durante diez semanas, a pesar de la aparente banalidad y la escasa sistematización de la obra. La escasa calidad del libro no impidió que lograra renovar el pensamiento de la derecha norteamericana, que continuaba enclaustrada en sus clásicos argumentos de adhesión a los valores tradicionales y defensa del libre mercado. En este libro efectuaba una crítica de los EEUU a través de un análisis de la cultura universitaria norteamericana  y proponía una salida a la decadencia social, cultural y política que denunciaba. Para Bloom, desde los años sesenta los EEUU estaban sumidos en una crisis cultural y moral profunda. Siguiendo a Strauss, establecía una comparación con la crisis de Alemania durante la República de Weimar, que desembocó en el ascenso del  nacionalsocialismo. En EEUU, al igual que ocurrió en Alemania, el pensamiento “nihilista” y el abuso del individualismo que los liberales (entiéndase izquierdistas) hacían de la neutralidad del Estado, habían llevado a los EEUU al borde de un abismo semejante al que permitió la llegada de Hitler al poder, por lo que había que tomar drásticas medidas que evitasen la repetición de acontecimientos semejantes. Con la crítica de Bloom, el discurso neoliberal de Hayek o de  Friedman y sus apologías del “Estado mínimo”, pasaron a cumplir un papel secundario. La crítica a la función social del Estado continuó formando parte del discurso neoconservador, pero pasó del terreno económico al terreno moral y político, denunciando las consecuencias disolventes de la modernidad. La “neutralidad” de Estado, antes valorada como garantía del “libre mercado”, pasó a ser vista como contraria a la esencia del propio Estado, siguiendo el patrón straussiano tan contrario a los planteamientos economicistas de los neoliberales.

Una de las razones que atrajeron a Bloom al mundo intelectual de Strauss, era el carácter misógino de la doctrina de éste. Strauss y los straussianos siempre aludían en sus escritos a los “filósofos”, exhortaban a “los estudiantes” o a los “hombres jóvenes e inteligentes”, pero de sus exhortaciones siempre quedaban excluidas las mujeres. Este universo exclusivamente masculino, influenciado por los antiguos griegos en los que los partidarios del homosexualismo han querido inspirarse,  infundadamente por cierto, era de un gran atractivo para un homosexual como Bloom.

A Bloom, especializado en el terreno de la educación, le preocupaba la incidencia en este campo de la crisis de valores desencadenada con la contracultura y la revolución de los años 60, con la proliferación del relativismo moral y el liberalismo (izquierdismo) como estilo de comportamiento. Así que formuló una crítica de la enseñanza izquierdista o progresista que podría ser compartida por cualquier conservador, pero en la que aparecen las ideas de Strauss acerca de la filosofía de Platón y Aristóteles y su doble lectura para “iniciados” y gentiles. Lo que le lleva el trabajo de Bloom al terreno del “secreto straussiano” transmitido a los “iniciados”. De hecho, Bloom “inició” a muchos de ellos en las universidades en las que impartió clase, los cuales, tras pasar a ser profesores universitarios ellos mismos han ”iniciado” a otros muchos.

Esta multiplicación de los seguidores de Strauss ha dado a esta corriente ideológica un gran poder en el mundo académico. No hay que olvidar que olvidemos que una plaza de profesor universitario en EEUU, requiere de diez a veinte recomendaciones incondicionalmente positivas, de otros docentes que ya han ocupado tales cargos con anterioridad, por lo que al actuar de forma coordinada, el poder de los straussianos en este sistema de patronato académico es inmenso y cada vez mayor. 

Saul Bellow
Bloom era amigo del que fuera Premio Pulitzer, Nobel de Literatura en 1976 y profesor de la Universidad de Chicago Saúl Bellow. Un judío nacido en Canadá de origen ruso, que ha tenido gran influencia en casi todos los escritores norteamericanos de origen judío, como Bernard Malamud, Howard Fast, Peter Viertel, Betty Friedan, Norman Mailer, Joseph Heller, Herbert Gold, Allen Ginsberg, Neil Simon, Ira Levin, William Goldman, Philip Roth, Paul Auster, etc. Philip Roth ha escrito: "La columna vertebral de la literatura estadounidense del siglo XX fue proporcionada por dos escritores: William Faulkner y Saúl Bellow".  Cuando en 1992 Bloom supo que su muerte era inevitable a causa del SIDA, le encargó a Bellow que escribiera una novela, más o menos biográfica sobre su propia vida, a modo de monumento literario póstumo, en la que se glosara la obra de Bloom y se subrayaran las relaciones políticas que mantenía con el Gobierno. Así nació “Ravelstein”, una novela en la que Bellow hace aparecer a distintos personajes bajo un nombre supuesto. Bloom aparece con el nombre de “Ravelstein”, Strauss es “Davarr” que significa “palabra” en hebreo y el propio Bellow es “Chickie” o “Pollito”. La novela es una narración de acontecimientos en forma caótica, absurda, excéntrica y simbólica, lo que requiere un esfuerzo indudable para su comprensión También pretende ser una novela de anticipación, en la que se describe una red de comunicaciones semejante a Internet y un medio de comunicación telefónica parecido al uso de la telefonía celular o móvil.

La trama de la novela da comienzo en el Hotel Crillon de París, en donde Ravelstein (Bloom) organiza una cena para dos docenas de personas escogidas. Al día siguiente, acompaña a Chikie (Below) a los comercios más lujosos y caros de París, comprando en uno de ellos una americana amarilla por cinco mil dólares. Tras la compra se dirigen a una cafetería, en donde Ravelstein derrama sobre la prenda una taza de café mientras ríe histéricamente, al tiempo que Chikie intenta asegurarle a su amigo que el conserje del Crillon sabrá cómo limpiar la chaqueta, pero Ravelstein no hace más que reírse incontroladamente. En la novela también se narra el momento en el que Paul Wolfowitz llamó por teléfono a Ravelstein (Bloom) durante la guerra del Golfo de 1991, comunicándole que las tropas de la OTAN no avanzarían sobre Bagdad, lo que llevo a éste a acusar a Wolfowitz de cobardía a gritos.

Bellow presentaba a Bloom en la novela, como si reinara en una tela de araña manejada por teléfono desde su apartamento en Chicago, en lo que vendría a ser un conmutador telefónico privado hecho a la medida, recibiendo llamadas telefónicas. Con este dispositivo alterna las conversaciones, teniendo esperando a varias personas a la vez, mientras que hablaba en conferencia con otros en discusiones improvisadas o preparadas de antemano. Esta descripción no parece alejada de la realidad, pues Bloom fue uno de los primeros en portar el equivalente a un teléfono celular para poder recibir sus importantes llamadas en cualquier parte, lo que era tremendamente inusual en la década de los ochenta del pasado siglo. 

En la novela y en la realidad, lo que Bloom hacía era hablar de política y manejar sus hilos entre los straussianos posicionados en política, obsesionado por su vida sexual y por la de quien le rodeaba, empleando gran parte de su tiempo en hablar sobre estas cuestiones, llegando incluso a intervenir de forma directa en la vida privada de Below que se divorció impulsado por Bloom, que al tiempo le buscó una nueva asistente literaria entre sus alumnas con la que Below se terminó casando.

Con la muerte de Allan Bloom desapareció el que fue uno de los primeros alumnos de Strauss, pero no fue el único de la primera generación de straussianos, el otro gran discípulo de esta primera generación de seguidores de Strauss fue Irving Krystol. 


Irving Kristol, el extroskista straussiano  “padrino” de los neoconservadores.

Irving Kristol quizás haya sido el más importante eslabón entre el pensamiento de Strauss y la acción política. Nació́ en Brooklyn, Nueva York, en el seno de una familia judía ortodoxa, y se graduó en Historia en el “City College of New York” en 1940, un centro universitario conocido como el “Harvard del proletariado”, en donde se afilió a la Liga de la Juventud Socialista (YPSL), como era conocida la rama juvenil del movimiento trotskista estadounidense. La YPSL estaba afiliada al partido trotskista, organizado entonces como Partido Socialista de los Trabajadores (SWP), que al igual que la Cuarta Internacional había sido fundado en 1938. A raíz de la polémica surgida tras el pacto entre Hitler y Stalin en 1939, Kristol siguió a la facción del partido liderada por James Burnham y Max Shachtman, que en un corto espacio de tiempo terminó rompiendo con el SWP. Los disidentes sostenían que tras el Pato de No Agresión germano-soviético, ya no era posible considerar a la URSS como estado obrero en ningún sentido de la expresión, por lo que la Cuarta Internacional estaba obligada a abandonar la defensa de la URSS como Estado revolucionario y patria del proletariado mundial. 

Ya en aquél período universitario, su talento literario le llevó a formar parte del grupo de estudiantes y profesores que durante los años cuarenta y cincuenta serían conocidos como los “Intelectuales de Nueva York”. En su mayoría habían pertenecido al “City College of New York” y la Universidad de Columbia, y eran en su mayoría judíos intensamente elitistas, este grupo de intelectuales incluía escritores como Dwight McDonald, Mary McCarthy y el matrimonio Trilling, y dominó la vida cultural neoyorkina durante los últimos cincuenta años. El grado de cohesión desarrollado por este grupo de intelectuales, llevó a Norman Podhoretz , íntimo amigo de Kristol y cofundador del neoconservadurismo, a denominarlo “la familia”. Un primer paso, tomado por estos intelectuales, consistió en abandonar el socialismo troskista para oponerse al comunismo soviético durante la Guerra Fría, lo que no impidió que algunos importantes miembros de “la familia” como Daniel Bell y Sidney Hook, siguiera definiéndose como socialistas el resto de sus vidas.

Irving Kristol
Tras combatir en la guerra mundial en el período 1942-44, Kristol fue editor de la revista “Commentary” de Podhoretz de 1947 a 1952. Con el inicio de la Guerra Fría. Kristol, con la convicción de que la II Guerra Mundial había dejado a la Unión Soviética en la posición de gran potencia enemiga de los EEUU, se fue alejando del comunismo y del socialismo, recalando en el progresismo liberal. Cuando el senador McCarthy denunció la infiltración comunista en la sociedad norteamericana, Kristol comenzó a marcar distancias con “la familia”. Ésta mantuvo su anticomunismo, pero se declaró beligerante frente a lo que consideraban excesos y métodos inquisitoriales de McCarthy, al contrario que Kristol, que provocó su primera polémica, cuando señaló que, mientras “el público norteamericano sabe que McCarthy es un anticomunista, sobre los liberales no está tan seguro”. 

La guerra de Corea hizo que Shachtman y sus seguidores, entre ellos Kristol,  apoyaran la intervención militar de los Estados Unidos. Shachtman pasó a ser un asesor clave de la burocracia sindical de la AFL-CIO  y del Departamento de Estado estadounidense. Desde esta posición consolidó nuevas alianzas políticas con varios miembros del Partido Demócrata al servicio del complejo militar industrial, como Henry "Scoop" Jackson , conocido como el "Senador de la Boeing" por su trabajo en la Cámara en beneficio de los intereses de esta compañía. En 1972, Shachtman, anticomunista declarado y partidario tanto de la Guerra de Vietnam como del Sionismo, respaldó a Jackson en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del Partido Demócrata. De esta manera, los troskistas disidentes que habían cambiado sus siglas de Partido de los Trabajadores por las de Liga Socialista Independiente a comienzos de los años 50, entraron en las menguantes filas del Partido Socialista de los Estados Unidos, y se denominaron finalmente Socialdemócratas USA, apoyando al Partido Demócrata. 

Fue entonces cuando Paul Wolfowitz, el exsubsecretario de Defensa Doug Feith, Richard Perle, asesor clave del Pentágono así como Elliot Abrams, judío responsable de la política para Oriente Medio con Bush, todos ellos antiguos miembros del Partido Demócrata que trabajaron para Jackson en los años setenta, tomaron contacto con los antiguos troskistas reconvertidos al anticomunismo, entre ellos Irving Kristol, que inició así su exitosa ascensión desde el anonimato político hacia los círculos intelectuales republicanos y conservadores.

Llegado este punto, el salto para Kristol no fue muy grande, la idea straussiana de la “guerra permanente”, guardaba cierto paralelismo con la teoría de León Trotsky (Lev Davídovich Bronstein, judío de origen ruso fundador del Ejército Rojo) sobre la “Revolución Permanente”. Es cierto que éste elaboró su teoría de la “Revolución Permanente” como concepción histórica de la conexión entre la revolución rusa y la revolución mundial, dentro del papel del único agente revolucionario en la sociedad moderna atribuido a la clase obrera por el marxismo. Pero esto no impide, que la dinámica revolucionaria teorizada por Trosky sea asimilable a la “guerra permanente” straussiana, sobre todo si consideramos la idea de la “revolución” comunista, al modo marxista de expresión de una “guerra entre clases” constante en la historia.

Retomando la historia personal de Irving Kristol, fue cofundador de la revista británica “Encounter” (financiada por la CIA) y editor de la misma de 1953 a 1958; y editor de la revista “Reporter” de 1959 a 1960. De 1961 a 1969 se convirtió en vicepresidente ejecutivo de la editorial “Basic Books”. Al cesar en la editorial, ingresó como profesor de pensamiento social en el “Graduate School of Business” de la Universidad de Nueva York en donde permaneció hasta 1988, año desde el que fue miembro del “American Enterprise Institute” (AEI). En 1965 fundó la revista “The Public Interest”, junto con Daniel Bell, que aglutinó a la que sería la primera generación de neoconservadores: Nathan Glazer, James Q. Wilson y Seymour Martin Lipset, entre otros. También fundó el diario “The National Interest”. 

En julio de 2002 el presidente George W. Bush le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad.  Falleció́ el 18 de septiembre de 2009 en Washington D.C. debido a un cáncer de pulmón. Su hijo, William Kristol, es editor de la revista “Weekly Standard” que sirve de altavoz a la derecha del Partido Republicano, neoconservadores y “Tea Party” incluidos.

Como hemos dicho, Kristol fue evolucionando a lo largo de las décadas de los cincuenta y sesenta. En aquel  tiempo, el presidente Lyndon B. Johnson había prometido una transformación social, que resolviera los problemas puestos de manifiesto por la crisis cultural en la que vivían inmersos los EE.UU. Johnson denominó su proyecto como “The Great Society” o “La Gran Sociedad”. Sin embargo, la mentalidad de la administración Johnson no era capaza de comprender la carga subversiva que se movía detrás de la contracultura, del movimiento reivindicativo de los derechos de la población negra y de las protestas contra la Guerra de Vietnam. Todos estos movimientos, eran síntomas de un malestar más profundo que apuntaban al modelo de vida tradicional de los EE.UU. Por lo que después de huelgas y protestas violentas inéditas en el país, el proyecto de Johnson se derrumbó.

El análisis de Strauss de que el sistema liberal había fallado, se extendió entre los círculos que frecuentaba Kristol, que escribió que la principal semilla del movimiento neoconservador era el odio hacia la contracultura, el miedo a la subversión que estaba minando los cimientos de la autoridad de los valores y las normas morales tradicionales. Asumían la idea de Strauss de que la ideología liberal, la creencia en la libertad individual, era lo que estaba causando el caos social, al derruir la moral compartida socialmente como elemento cohesionador compartido, que mantenía unida a la sociedad. Los individuos perseguían sus propios intereses egoístamente, y eso llevaba inevitablemente al conflicto entre el interés individual y el general. Con Strauss, estos intelectuales llegaron a la conclusión de que el problema radicaba en el énfasis puesto en el individualismo.

A principios de los años setenta, Kristol ya se había convertido en el referente de un grupo de intelectuales procedentes de la izquierda, que tradicionalmente se habían identificado con el Partido Demócrata, que se sentía defraudados con las políticas de la Nueva Izquierda demócrata y con el propio partido, representado por George McGovern, un militante pacifista que prometió bajar un 30% los gastos de defensa, en las elecciones presidenciales. En esas circunstancias, Kristol y su entorno se propusieron como objetivo poner coto a la desintegración social que el individualismo extremo había desatado, recuperando la cohesión social en torno a una creencia y un propósito común. Un objetivo para el que se aliaron con los conservadores tradicionales, intelectuales seculares y fundamentalistas religiosos, que sostenían una visión semejante de la sociedad. Y el remedio, la forma de alcanzar la buscada unidad y cohesión social en torno a un propósito común para toda la sociedad, la hallaron en las ideas de Strauss. 

Los “nietos” de Strauss: los neoconservadores. 

En 1973 Michael Harrington, un demócrata socialista, acuñó el término ‘neoconservadores’ para referirse a esos intelectuales liberales (quiere decir izquierdistas en la acepción norteamericana del término) y filósofos políticos que, encabezados por Irving Kristol, estaban decepcionados con los programas políticos y culturales del Partido Demócrata, formaron una nueva forma de conservadurismo. En febrero de 1979, Kristol apareció en la portada de la revista “Esquire”, identificándolo en titulares como “el padrino de la nueva fuerza política más poderosa de América: el Neoconservadurismo”. Y Kristol acuñó la famosa frase de que "un neoconservador es un progresista asaltado por la realidad", pues era uno de los pocos neoconservadores que aceptaba el distintivo y se explayaba en su significado en artículos como “The Neoconservative Persuasion” o en libros como “Neo-conservatism: The Autobiography of an Idea”. 

Kristol consideraba que el movimiento neoconservador no era una ideología sino una persuasión, una manera de pensar sobre la política, más que un compendio de principios y axiomas. Los neoconservadores, que habían surgido como un rechazo hacia la debilidad de la sociedad liberal-progresista que compartían con Strauss, mantenían que el capitalismo impone la carga sobre el individuo y sobre el orden social, de dar satisfacción a las necesidades existenciales de las personas como seres humanos, y que la incapacidad del sistema para satisfacer esa carga, crea un malestar espiritual que amenaza el orden social, porque la decadencia progresiva de la cultura democrática, debido a la vulgaridad de la masa, amenaza a la sociedad como conjunto. Y esa, según Kristol, es la vertiente más representativa que define a los neoconservadores. Es decir, las mismas tesis que sostenía Strauss. Kristol decía que: ”El enemigo del capitalismo liberal hoy en día no es tanto el socialismo como el nihilismo”. Esto es claramente, un reconocimiento de la incapacidad del capitalismo para satisfacer las necesidades espirituales del ser humano, pero lejos de llevarlos a la crítica del capitalismo y a la necesidad de su desaparición, los condujo a su forma más extrema.

Económicamente eran partidarios de la economía liberal de mercado sin límites ni medidas regulatorias, pero, a diferencia de los seguidores de Hayek y Milton Friedman, asumían la necesidad de la existencia de un Estado de Bienestar mínimo como un mal inevitable, y discrepaban de los teóricos neoliberales seguidores de Friedman en la idea de que el aumento del peso del Estado conduciría a un “Camino de Servidumbre”, sino que lo consideraban como un elemento necesario de cohesión social. Kristol señalaba en su libro “Reflections of a Neoconservative” que "un Estado del Bienestar, adecuadamente concebido, puede ser una parte integral de una sociedad conservadora". Y en su artículo “The Neoconservative Persuasion”, decía que el crecimiento del Estado en el S. XIX había sido algo natural e inevitable.

El empleo de la expresión “conservador” no debe engañarnos, los neoconservadores no son los descendientes de los viejos “Old Whigs” de la Revolución Americana, creyentes en el gobierno limitado, en las restricciones a los gastos sociales y aislacionistas en política exterior todo ello derivado de su mesianismo religioso puritano y de su concepción de pueblo elegido como “nuevo Israel”. Los neoconservadores vienen de la izquierda del Partido Demócrata, del socialismo marxista o del izquierdismo más extremo, son extraordinariamente intervencionistas en política exterior, y aunque mantienen el discurso del gobierno limitado, esto no impide asumir un gasto social si con ello logran la adhesión popular a la causa del hegemonismo de mercado. Y si bien se iniciaron como una crítica de izquierda, socialdemócrata o trotskista al comunismo soviético, y heredaron del trotskismo su deseo de la revolución mundial permanente, coincidieron con los anarcocapitalistas y neoliberales en su crítica de la burocracia y su desprecio a los valores de la decadente clase burguesa.

Los neoconservadores mantienen la idea hegeliana, recogida por el profesor Francis Fukuyama del marxismo, de que la democracia liberal es un fenómeno derivado del capitalismo, no necesariamente inherente a éste, y a diferencia de los marxistas clásicos ven en los empresarios capitalistas una
Francis Fukuyama
élite constituida en el verdadero motor de la Historia. La burocracia estatal ocupa en su universo ideológico un papel de enemigo de la vitalidad, del desarrollo y la principal causa del fracaso histórico del socialismo marxista. 

Por estas razones, los valores hedonistas típicas de las clases medias urbanas y aburguesadas occidentales, expresados en el relativismo, el hedonismo y el individualismo extremo de los años sesenta, atentan contra el espíritu emprendedor del capitalismo y por lo tanto son enemigos de la sociedad, a la cual conducen necesariamente a la decadencia. Y la necesidad de rescatar a la sociedad de ésta, justifica el ideal milenarista y mesiánico del “destino manifiesto” estadounidense con los ideales wilsonianos de gobierno mundial y algo de trotskismo en una mezcla de hegemonismo belicista mundial. Que concluye en que la única manera de asegurar la democracia y la economía capitalista en los Estados Unidos, es asegurarla también en el resto del mundo. Así, como no es posible construir la democracia en un solo país, surge la necesidad del intervencionismo militar unilateral en cualquier lugar del planeta, y están más dispuestos a tolerar alguna forma de “Estado del bienestar” que los anarcocapitalistas libertarios randianos, los liberal-conservadores clásicos y los neoliberales friedmanitas. De hecho, Kristol dijo que: “lo que teníamos en común[con los conservadores clásicos] era una cierta duda sobre la seguridad y la confianza en el progreso liberal. Las bases filosóficas de la democracia liberal habían sido debilitadas. Los Straussianos que vinieron a Washington no se sentían identificados con Churchill o Lincoln, eso se lo aseguro”; y abundó diciendo: ”el papel de los neoconservadores es volver a los conservadores contra su propia voluntad”. 

Así es como los antiguos miembros de la extrema izquierda troskista, tomaron finalmente el timón intelectual de la derecha norteamericana, junto con los neoliberales en lo económico y los anarcocapitaliatas libertarios en lo político-social y desplazaron a los conservadores clásicos. De esta forma paradójica, la reacción contra la contracultura progresista de los sesenta, surgió de la misma extrema izquierda americana que había provocado los radicales cambios sociales acontecidos en la sociedad durante esta década, y las ideas del sionista Leo Strauss, empezaron a tornarse en realidad política impulsadas por antiguos izquierdistas también sionistas.
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[1] Robert Kagan es analista de política exterior en la demócrata “Brookings Institution” y asesora al republicano Mitt Romney. Su esposa, Victoria Nuland, fue embajadora ante la OTAN en la era Bush y ahora es portavoz del Departamento de Estado con Hillary Clinton. Frederick Kagan, hermano de Robert, es un destacado neoconservador del “American Enterprise Institute” (AEI), ideólogo de la estrategia aplicada por la Administración Bush en Irak y la de Obama en Afganistán. Su mujer, Kimberly Kagan, ha asesorado a los generales McChrystal y Petraeus y dirige el “Institute of the Study of the War” (ISW), creado por ella misma. El clan lo ‘fundó’ Donald Kagan, padre de Robert y Frederik, suegro de Victoria y Kimberly. A sus más de 70 años es aún profesor en la Universidad de Yale, por donde casi todos sus familiares han pasado. Los Kagan son una familia judía de Brooklyn, que ha adoptado dos posiciones de poder diferentes Donald y su hijo Frederick neoconservadores, el padre es un antiguo demócrata liberal pasado a neoconservador a principios de los setenta. Robert se inclina por el Partido Demócrata y tiene un importante peso en la administración de Obama. Al final, para esta familia todo queda en casa. 
[2] Bloom, Allan, “The closing of the American mind”, Nueva York, Ed. Simon&Schuster, 1987. Edición en español, “El cierre de la mente moderna”, Barcelona Editorial Plaza & Janés, 1989. 
[3] http://es.wikipedia.org/wiki/Saul_Bellow. 
[4] Norman Podhoretz es uno de los pilares del movimiento neoconservador. Es un judío de Nueva York licenciado por las universidades de Columbia y de Cambridge. Perteneció a la agencia de seguridad del Ejército norteamericano oArmy Security Agency” (ASA). En 1960 fue nombrado editor de la revista ·Commentary”, desde la que difundió las tesis de Marcuse, progresivamente fue  evolucionando,  dejando de ser un medio de expresión de las posiciones intelectuales de la New Left y la contracultura para convertirse en portavoz del neoconservadurismo más elitista del “American Enterprise Institute” (AEI). Fue encontrado culpable de falso testimonio ante el Congreso en 1987, lo que sin embargo no le ha impedido alcanzar la presidencia del Ethics and Public Policy Center con sede en Washington D.C. En 1997 impulsó el “Proyecto para un Nuevo Siglo Americano” The Project for the New American Century” (PNAC) junto con Elliot Abrams, Jeb Bush (Gobernador de Florida y hermano de George W. Bush), Dick Cheney, Dan Quayle, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, William Kristol, Richard Perle, Donald Kagan, Francis Fukuyama, Zalmay Khalilzad y William J. Bennett.  Es considerado como uno de los más agresivos partidarios del sionismo y decidido partidario del Likud israelí. Es autor de varios libros entre los que podemos citar los siguientes: Doings and Undoings: The Fifties and After in American Writing (1964); Making It (1968); Breaking Ranks: A Political Memoir (1979); The Present Danger (1980); Why We Were in Vietnam (1982); The Bloody Crossroads: Where Literature and Politics Meet (1986); Ex-Friends (1999); y “My Love Affair with America” (2000) entre otros. 
[5] La “American Federation Labour” (AFL), fue constituida en1886 por el judío londinense Samuel Gompers, que en 1881 creó el sindicato de trabajadores del tabaco y que reunió a todos los sindicatos por oficios en la AFL que presidió desde 1886 hasta su muerte en 1924. En 1875, Gompers había sido elegido presidente de local de Nueva York de la “Unión Internacional de Fabricantes de Cigarros" (CMIU), cargo que ocupó desde 1875 hasta 1878 y nuevamente desde 1880 hasta 1886.  Al término de la Gran Guerra, el Presidente Wilson nombró a Gompers para representar a los EE.UU. ante la Comisión de Legislación Internacional del Trabajo en la Conferencia de Paz de Versalles, donde Gompers participó en la creación de lo que se convertiría en la Organización Internacional del Trabajo (OIT). 
[6] Jackson fue un opositor intransigente a todo tratado de armamento con la URSS y abogó insistentemente en favor de las sanciones comerciales contra Moscú. Fue además un activista de la campaña para utilizar la salida de los judíos residentes en la URSS hacia Israel como arma durante la Guerra Fría, era considerado un incondicional partidario del Estado de Israel.