jueves, 12 de diciembre de 2013

LA MANO DIESTRA DEL CAPITALISMO, DE LEO STRAUSS AL MOVIMIENTO NEOCONSERVADOR (III).



El ascenso de los neoconservadores.

A comienzos de los años 70, la Unión Soviética había pasado de ser un régimen completamente controlado por una minoría judía que sostenía el internacionalismo comunista, a un nacional-comunismo anti-israelí y pro-árabe dirigido por una élite soviética antisemita. Este radical giro político producido a la muerte de Stalin, sumado a la creación del Estado de Israel y a la oposición propalestina de la izquierda, provocó una radicalización espectacular de los antiguos troskistas convertidos ahora en neoconservadores y en su mayoría judíos, que abandonaron la izquierda demócrata para pasar a la derecha del Partido Republicano. Esta migración hacia la derecha parece lógica, si tenemos en cuenta que además de la conciencia de constituir una élite esotérica imbuida de la idea de guerra permanente desarrollando una política unilateral, los neoconservadores estaban comprometidos de forma fanática con Israel. Y no sólo con Israel o con el movimiento sionista en general, sino con las ideas más extremas del movimiento sionista. Lo que no es de extrañar, pues su fuente de inspiración a través de Leo Strauss era el sionista Zeev (Vladimir) Jabotinsky, que en la década de 1930 defendió el empleo ilimitado de la violencia para conquistar todo el Eretz Israel. Las ideas de Jabotinsky han sido retomadas por el partido Likud, que nació en el seno de  las organizaciones terroristas Irgun y Stern. Y es con las ideas que conforman el extremismo sionista con lo que se identifican los neoconservadores estadounidenses.

La reputación de Strauss fue aumentando en la medida en que sus alumnos fueron tomando posiciones en la vida pública. Primero en ámbitos académicos, donde la presencia conservadora fue creciendo gracias a Irving Kristol, Norman Podhoretz[1], Samuel Huntington[2], Seymour Martin Lipset, o Daniel Bell. Allí también tuvieron éxito ex alumnos y protegidos de Strauss como Francis Fukuyama, Allan Bloom, Harry Jaffa, Harvey Mansfield y, aunque no se considere ahora dentro de la escuela de Strauss, Robert Kagan. Esto no impidió que el grueso del movimiento neoliberal y muchos conservadores clásicos, se distanciaran de los neoconservadores, a quienes acusarían de haber traicionado los principios de Estado mínimo y aislacionistas de la vieja derecha  americana.

A pesar de las declaraciones que a posteriori de la llegada al poder con G. W. Bush de los neoconservadores, realizó la hija de Strauss en el New York Times, Jenny Strauss Clay, rechazando que su padre fuera el padre intelectual de los ideólogos del movimiento, lo cierto es, que a medida que fue creciendo a lo largo de la década de  los setenta, muchos jóvenes estudiantes seguidores de las ideas de Strauss fueron a Washington para unirse al grupo activo en política. Algunos, como Paul Wolfowitz o Francis Fukuyama, se habían empapado de las ideas de Strauss en la Universidad de Chicago; otros, como William Kristol, el hijo de Irving Kristol y director de la revista ”The Weekly Standard” propiedad
Willian Kristol
del magnate judío Rupert Murdoch, o Harvey Mansfiedl uno de los profesores más destacados de la escuela straussiana, un entusiasta de la “Patriot Act” que, tras el 11-S, limitó los derechos individuales de los ciudadanos estadounidenses y dio poderes extraordinarios al presidente, estudiaron las teorías de Strauss en la Universidad de Harvard. Una vez en la capital y en estrecha relación con las creencias expuestas, los neoconservadores establecieron una red entrelazada de “laboratorios de ideas” proisraelíes, comprometidos políticamente y bien financiados que siguen funcionando a día de hoy, y aunque esas instituciones constituyen entidades separadas, sus juntas directivas, benefactores y cargos nombrados son en su mayoría coincidentes. Representan quizás el ejemplo supremo de lo que en las escuelas empresariales se ha dado en llamar “creación de contactos”. Así, un investigador becado en una de ellas, puede ser director o investigador en otra, y  de igual manera varios individuos lo son a menudo en dos o más. Esta  forma de organización les permite aparentar una inexistente neutralidad académica, al tiempo que garantiza la cohesión e influencia del conglomerado organizativo, permitiendo a los neoconservadores reforzarse mutuamente.

Los “lobbyes”, los “thinks tanks” y los medios de comunicación neoconservadores.

El papel desempeñado por los “lobbyes” y los “thinks tanks” en el ascenso político de los straussianos ha sido decisivo, y entre ellos el que mayor protagonismo ha adquirido es el Instituto de Empresa Americano (AEI) de Washington, que en el 2000 declaró un presupuesto de 24,5 millones de dólares. Se fundó n el año 1954 y se convirtió en el principal refugio para varios neoconservadores de la segunda y la tercera generación.  Richard Perle[3], Michael Ledeen[4], Joshua Muravchik, Michael Rubin, los especialistas en estrategia T. Donnelly, o en defensa D. Pletka entre otros, aparecen en las listas de “investigadores residentes” o “becarios residentes”, y en él han participado el exvicepresidente, Dick Cheney, y el exsecretario de Defensa, Donald Rumsfeld.

Algo más pequeño que el AEI es el Instituto para Políticas de Oriente Próximo de Washington (WINEP), que recibió en el año 2000, subvenciones desgravables por valor de 4,1 millones de dólares. Su director fundador fue Martin Indyk, que había sido antes director de investigación del importante lobby sionista Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí (AIPAC). En 1993 se otorgó a Indyk la ciudadanía estadounidense de forma rápida, y se convirtió en ayudante especial del presidente Clinton y director para Oriente Medio del Consejo de Seguridad Nacional. Más tarde fue nombrado embajador en Israel y subsecretario de Estado para Oriente Medio y el Sudeste Asiático. El WINEP está hoy dirigido por Dennis Ross, que actuó como coordinador del presidente Clinton en el proceso de paz de Oriente Medio. Entre los investigadores y el personal que el WINEP comparte con otros institutos neoconservadores, se encuentran Robert Satloff (exdirector de política), Patrick Clawson (exdirector de investigación), Michael Rubin y Martin Kramer.

El Instituto Judío para Asuntos de la Seguridad Nacional (JINSA) es otra de las instituciones creadas por los neoconservadores, fue fundado en 1976 y gestiona un presupuesto anual de 1,5 millones de dólares. Prácticamente fusionado con otro grupo, el Centro para la Política de Seguridad (CSP), posee una impresionante junta directiva que incluye al exvicepresidente, Dick Cheney[5], y los neoconservadores Paul Wolfowitz[6], Richard Perle, el subsecretario de Estado John Bolton, el subsecretario de Defensa Douglas Feith, Michael Ledeen, la antigua embajadora en las Naciones Unidas Jeanne J. Kirkpatrick, Stephen Bryen, Joshua Muravchik, Eugene Rostow y el ex director de la CIA James Woolsey, además de varios generales y almirantes retirados. Esta entidad, involucra a muchos expertos no-judíos de Defensa, quienes hacen constantes viajes consultivos a Israel a fin de coordinar las posiciones políticas que adopta el JINSA en cada momento. Es posible que ningún otro grupo haya hecho una campaña más infatigable que el JINSA/CSP en favor de un “cambio de régimen” en Oriente Medio, contra la limitación de armas y por el programa IDE denominado “Guerra de las Galaxias”.

El Instituto Hudson fue fundado en 1961 por Herman Kahn, que era por entonces un destacado partidario de la guerra nuclear contra la Unión Soviética, y Richard Perle es uno de los miembros de su consejo de administración. Esta institución, mantiene un activo programa relacionado con Oriente Medio bajo la dirección de Meyrav Wurmser, cuyo marido, David, fue el principal asesor de John Bolton, uno de los más duros neoconservadores y de mayor rango en el Departamento de Estado con George W. Bush.

El Foro de Oriente Medio es el grupo más reducido, pero no el menos activo, y viene utilizando donaciones por valor de unos 1,5 millones de dólares al año, para realizar una intensa campaña en favor de los gobiernos del Likud en Israel. Los miembros clave de su personal están también relacionados con el Instituto de Empresa Americano (AEI) y el Instituto para Políticas de Oriente Próximo de Washington (WINEP). El director del Foro Daniel Pipes[7], a quien el presidente G. W. Bush hizo miembro de la junta del Instituto de la Paz de Estados Unidos, organizó una iniciativa llamada Campus Watch (Observatorio Universitario) dirigida a atacar a los profesores universitarios críticos con Israel o con la política estadounidense en Oriente Medio. Su colega Martin Kramer (antiguo director del Centro Moshe Dayan de la Universidad de Tel Aviv) ha ampliado el ataque del FOM para incluir también a los miembros del Departamento de Estado. El nivel de violencia alcanzado en su actividad por esta organización, lo pone de manifiesto la Catedrático de Historia de la Universidad de Yale Glenda Gilmore, quien tras los ataques que sufrió de Campus Watch en 2002, dijo[8]: "He sido tachada de traidora. Escribí un artículo para 'The Yale Daily News' y recibí amenazas de violación y muerte. El proyecto de ley, que aún no ha sido aprobado por el Senado, crearía una junta de gobierno para vigilar la enseñanza en los centros académicos receptores de financiación federal. El senador Santorum ha redactado un proyecto de ley con un nombre que sólo podría haber imaginado George Orwell, "Diversidad ideológica", y que recortará la financiación federal a miles de facultades y universidades que permitan a profesores, estudiantes y organizaciones estudiantiles criticar las políticas israelíes”.

Por último, no hay que olvidar al “Project for the New American Century” (PNAC) presidido primero por Irving Kristol y después por su hijo Willian, dirigido por Gary Schmitt. Una fundación por la que han pasado buen número de funcionarios de la Administración federal, entre los que podemos citar a miembros muy conocidos como el consejero de la Casa Blanca en asuntos de Bioética y teórico del “Fin de la Historia”, Francis Fukuyama, y al que fuera prominente miembro de la administración de G. W. Bush Richard Armitage. Es uno de los “think-tanks” de mayor peso en la política estadounidense.
Políticos e intelecutales pertenecientes al PNAC
Desde estas plataformas y grupos de poder, los neoconservadores se han instalado en todos los niveles de la Administración federal y de la sociedad civil. Como ejemplo de su influencia, podemos citar a gran cantidad de personas notables que estudiaron con Strauss o asistían a sus ciclos de conferencias en la Universidad de Chicago, la mayoría de ellos judíos, como Hadley Arkes, Seth Benardete, Allan Bloom, Werner Dannhauser, Murray seco, William Galston, Victor Gourevitch, Harry V. Jaffa, Roger Masters, Thomas Pangle, Stanley Rosen, Abram Shulsky, Susan Sontag, Harvey C. Mansfield, al magistrado del Tribunal Supremo Clarence Thomas o al ex-Fiscal General y Juez Robert Bork, al también ex-Fiscal General John Ashcroft, que fue miembro de la administración Bush hasta que dimitió por haberse enriquecido con concesiones gubernamentales en Irak, al que en vida fuera editor de la revista conservadora “Nacional Review” William F. Buckley, el exsubsecretario de Defensa para Inteligencia, Stephen Cambone, Lynne Cheney, Robert H. Bork, exsecretario exadjunto de Defensa, Alan Keyes, exsecretario de Educación, William J. Bennett editor de Weekly Standard, el exjefe de Estado Mayor de J. Danforth Qayle, Robert H. Bork, exsecretario Adjunto de Defensa, Alan Keyes, exsecretario de Educación, William J. Bennett editor de Weekly Standard, el exjefe de Estado Mayor de J. Danforth Qayle, John Podhoretz exeditorialista del New York Post y el exvicepresidente de la “National Endowment for the Humanities” John T. Agresto, Jeane Kirkpatrick del American Enterprise Institute y exasesora de política exterior de Ronald Reagan y ex embajadora de los EEUU ante la ONU); Samuel Huntington, y el exeditor de la revista mensual “Comentary” del Comité de Judíos Americanos y padre del mencionado John, Norman Podhoretz, entre otros.

También comenzaron a formarse expertos conservadores en política exterior durante los años 60 nucleados en el Centro de Estudios Estratégicos de Georgestown, en el Instituto Hoover de la Universidad de Stanford y en el Consejo Americano de Seguridad.

En cuanto a las revistas, la primera en aparecer fue “The National Review” fundada por Willian F. Buckley en 1955, en donde escribieron artículos y lo siguen haciendo muchos neoconservadores, aunque tiene una tendencia más cercana a los postulados del conservadurismo tradicional estadounidense.

En el año 1965 Irving Kristol fundó la revista “The Public Interest” dedicada a temas sociales y culturales de política interna, y veinte años después, en 1985, el mismo Kristol fundó la revista “The National Interest”, dedicada únicamente a la política exterior estadounidense, que sirvió de base de apoyo a la estrategia exterior del presidente Reagan.

En resumen, los neoconservadores, han utilizado esta poderosa red de instituciones, para integrarse en las estructuras de poder de los EE.UU., lo que les permitió aprovechar los acontecimientos del nuevo “Pearl Harbour” del 11-S, para conseguir lo que el antiguo subsecretario de Estado para Asuntos Políticos David Newsom, ha etiquetado como un “un golpe de Estado en gran medida pacífico”[9].

El papel de Israel para los neoconservadores, y su influencia sobre política la política de EE.UU. en Oriente Medio.

Los neoconservadores sostienen que el sistema político y el estilo de vida norteamericanos como modelo de referencia universal, que debe exportarse al mundo como medio de garantizar la seguridad de los EE.UU. Como dice Paul Berman: “La libertad para los demás significa seguridad para nosotros”. En sintonía con esta concepción modélica, según el propio W. Kristol, el movimiento sostiene dos principios en política exterior: El primero, que el nacionalismo debe ser alentado tanto por las instituciones públicas como por las privadas; El segundo, que las élites políticas deben, por encima de todo, establecer una clara división entre amigos y enemigos. Dos ideas straussianas evidentes: la primera, el valor del mito nacional como vector movilizador de la masa; y el segundo, la dialéctica schimittiana sobre el conflicto, establecida sobre la distinción amigo-enemigo, recogida por Strauss. La función que cumple este concepto de la política exterior es doble: por un lado, de cara al interior del país convierte la política exterior en un elemento mítico eficaz, para corregir la descomposición social resultado de la contracultura y de los valores individualistas pequeño burgueses del progresismo desarrollado a partir de los sesenta; y por otro, de cara al exterior del país obedece la necesidad de intervenir por imperativos militares o geoestratégicos conforme a cálculos de realpolitik al servicio de la hegemonía absoluta de los EE.UU. única garantía de la supervivencia de Israel.

Esta idea de la política exterior, está profundamente enraizada en la tradición histórica norteamericana, que partiendo del fundamentalismo protestante en la creación de los EE.UU., basa su percepción de la nación “Elegida por Dios”, como una “Nueva Israel”, un mito movilizador patriótico existente desde los
Harry jaffa en la The Heritage Foundation
tiempos anteriores a la Revolución Americana. Strauss asume el rol de movilizador social de lo religioso del fundamentalismo estadounidense, que coincide con sus postulados sionistas, y que más tarde asumirán los straussianos. Prueba de ello es que Harry Jaffa, quizás el antiguo alumno de Strauss y académico más importante desde el punto de vista intelectual, dijo que: “EEUU es la Sión que alumbrará al mundo”[10].

Strauss siempre consideró la cuestión judía como el tema principal de sus reflexiones, y para él, la existencia per se del Estado de Israel no era una solución a esta cuestión, que consideraba insoluble en el marco del liberalismo. Para Strauss, la solución a la cuestión judía era de carácter teológico-político, por lo que sólo se solventaría con la instauración en Israel de un Estado fundamentalista judío basado en los principios y valores judíos establecidos en la Biblia. Estas ideas fueron traídas al movimiento neoconservador por Paul Eidelberg, de nacionalidad norteamericana e israelí, un destacado estudiante de Strauss en la Universidad de Chicago, que ha presidido la Fundación para la Democracia Constitucional en Oriente Medio y el Partido Yamim Israel, llegando a redactar una constitución para Israel recogiendo la idea straussiana.

Introducida en la esencia del movimiento la identidad sionista de Strauss, de ella surgirán los planes del PNAC para Oriente Medio en 1996, con el documento “Una fractura limpia, una nueva estrategia para hacerse con la región”, redactado por un “comité de sabios” reunido por el “Institute for Advanced Strategic & Political Studies” (IASP), con sede en Jerusalén y Washington y dirigido a Benjamín Netanyahu, del Likud, en el que se plasmaba la conveniencia de romper los acuerdos de Oslo con los palestinos sobre la creación de un Estado palestino viable, y de acabar con el régimen de Saddam Hussein y después con los de Siria, Líbano, Irán y Arabia Saudí. Entre sus firmantes estaba, junto a otros miembros del AEI, Richard Perle, también del PNAC y uno de los principales instigadores de la guerra contra Irak desde el gobierno de G. W. Bush, cuando muchos de los straussianos que estaban en las fundaciones neoconservadoras durante la administración Clinton, volvieron a ocupar lugares clave en el gobierno de EE.UU. y particularmente en el Pentágono. Un programa que se puso en marcha tras el 11-S, el nuevo “Pearl Harbour” al que los documentos del PNAC aludían ya a finales de los noventa del pasado siglo, como oportunidad para que su proyecto pudiese llevarse a cabo el programa de reordenación de todo el Oriente Medio.


El plan neoconservador pasaba por el mito de Estados Unidos como nación que encarna el Bien, cuyo destino es luchar contra las fuerzas del Mal en el mundo. De este modo, se resolvían los problemas naturales de la sociedad liberal al cohesionarla alrededor de los valores tradicionales americanos de carácter nacionalista, patriótico y religioso, al tiempo que se extienden las bondades de la democracia americana por todo el mundo, mediante la implementación de una política exterior intervencionista, justificada por la amenaza del enemigo común, que llevaría a largo plazo a la conformación de un nuevo orden mundial democrático bajo el liderazgo norteamericano, en el que la paz y la seguridad, tanto americana como mundial, estarían garantizadas.

En síntesis, la idea de política exterior neoconservadora ha sido gráficamente descrita por el miembro del Instituto de Empresa Americano (AEI) Michael Ledeen, que de modo grosero dijo que: "Cada diez años más o menos, Estados Unidos tiene que elegir algún país de mierda y empujarlo contra la pared, sólo para enseñarle al resto del mundo que vamos en serio".

De las palabras a los hechos: la guerra contra el Terror de los neoconservadores en los años setenta.

A principios de los setenta, el sistema político norteamericano había colapsado, debido  a la difícil situación que se había alcanzado tras la renuncia de Nixon tras el escándalo del caso Watergate, la derrota en Vietnam y el abandono de los acuerdos de Bretton Woods por el que se mantenía fija la convertibilidad del dólar en oro. Como sostiene Henry Kissinger[11] en su obra “Diplomacy”[12], al referirse al ascenso de los neoconservadores como un movimiento crítico de la política exterior de Nixon: “a los conservadores tradicionales se les fueron uniendo gradualmente unos inesperados partidarios: los demócratas liberales, decididos anticomunistas, que se habían apartado de su partido por la ascendencia del ala radical. La candidatura de Mc Govern en 1972 había completado el desencanto de estos autodeclarados neoconservadores y la guerra de Medio Oriente de 1973 les dio la primera oportunidad de expresar con coherencia y en escala nacional, sus ideas sobre política exterior.” Surgió así una crisis de confianza en la clase política norteamericana, y un aumento de la contestación al sistema desde la propia sociedad. Aprovechando el momento, los neoconservadores buscaron apoyos a sus tesis. Y las encontraron en dos políticos conservadores de la nueva administración de Gerald Ford. Uno era Donald Rumsfeld, el nuevo Secretario de Defensa. El otro era Dick Cheney, el jefe de Gabinete del Presidente.
 
Nixon y Kissinger en 1972
Rumsfeld comenzó a hacer discursos en los que acusaba a la URSS de violar los tratados de desarme firmados por Kissinger y de llevar a cabo un programa de rearme secreto con la intención de atacar Estados Unidos. La CIA, que vigilaba a la URSS en busca de cualquier tipo de amenaza, informó al Presidente acerca de las acusaciones infundadas de Rumsfeld, pero éste aprovechó su influencia para convencer al presidente Ford de que llevara a cabo una investigación al margen de los servicios de inteligencia tradicionales, asegurándole que se probaría la existencia de una amenaza real para Estados Unidos. Ford aceptó, y Rumsfeld encargó la investigación a un equipo dirigido por Paul Wolfowitz y Richard Pipes. Su objetivo sería cambiar la política de distensión de Kissinger, por otra de enfrentamiento bélico radical con la URSS. La política de Henry Kissinger como Secretario de Estado había dirigido la política exterior de EE.UU., con una visión pragmática en un momento de convulsión política interna, buscando crear un nuevo tipo de interdependencia global en el que Estados Unidos estaría a salvo en medio de la tela de araña de las múltiples alianzas establecidas. La llamada “realpolitik”. Para ello, estableció relaciones diplomáticas con China y firmó un acuerdo sobre la reducción de los arsenales nucleares con los soviéticos en 1972, que fue el comienzo de la era de la “distensión”, lo que permitió al presidente Nixon anunciar triunfalmente que “la era del terror se había acabado”. La escuela de Kissinger recibió el nombre de ”realista” y se convirtió en el adversario político de los neoconservadores.

El grupo de investigación dirigido por Pipes y Wollfowitz fue dirigido por Paul Nitze, quién creó una comisión de investigación que se conoció con el nombre de “Team B”, en el año 1976. Este equipo era muy crítico con la política de Kissinger y con las negociaciones con la Unión Soviética llevadas a cabo por la Administración Ford. Este grupo que sostenía que los dirigentes de la política exterior de los Estados Unidos, subestimaban completamente el peligro que representaban la URSS. Consideraban también que la estrategia soviética era igual a la norteamericana, y que por eso se debía insistir en la diferencia de la naturaleza de ambos regímenes, para que esa identidad en la visión estratégica permitiera entender al enemigo soviético. Otra de las consideraciones importantes que presentaba este grupo opositor a Kissinger estaba relacionada con la idea de que los soviéticos no aceptaban el llamado “equilibrio del terror”, sino que buscaban la superioridad estratégica para tomar la iniciativa y ganar la guerra nuclear.

Con estas premisas, el “Team B” comenzó su trabajo examinando todos los datos que obraban en poder de las agencias de inteligencia de EE.UU. sobre el potencial militar de la URSS, pero no encontraron ninguna evidencia de armas o sistemas de defensa que infringieran los pactos de control de armamento, que Rumsfeld había asegurado que los soviéticos estaban desarrollando. Esta absoluta falta de indicios o pruebas de que la URSS incumplía los tratados de desarme, no supuso que Pipes, Wolfowitz y su equipo llegaran a la conclusión de la inexistencia de sistemas de armamento dirigidos a atacar a los EE.UU., por el contrario, siguiendo aquel aforismo de “si la realidad contradice tu teoría, peor para la realidad”, concluyeron que los soviéticos habían desarrollado sistemas armamentísticos tan sofisticados que eran indetectables. El ejemplo más conocido es el del nuevo sistema acústico de defensa de la flota submarina soviética, cómo no pudieron encontrar rastro alguno de su existencia, decidieron suponer que los soviéticos habían inventado uno nuevo imposible de detectar para la Marina norteamericana, y en consecuencia, toda la flota submarina norteamericana estaba en peligro por una que resultaba invisible. Cuando la CIA conoció las conclusiones del “Team B”, acusó a Pipes y los suyos de fantasiosos e irresponsables.
 

Daniel Pipes en la reunión del Consejo de Asuntos Judíos Australia/Israel
Una vez que habían obtenido las “nobles mentiras” que justificaban su proyecto político belicista, los neoconservadores crearon el lobby “Comité del Peligro Actual”, con la intención de publicitar los descubrimientos del “Team B”, al que se unieron gran cantidad de políticos tanto demócratas como republicanos, incluido el entonces aspirante a la presidencia y ferviente fundamentalista protestante Ronald Reagan. Este lobby presentaba las amenazas que se cernían sobre EE.UU. alrededor del mundo con tintes de urgencia dramática, y en términos de una conspiración de fuerzas ocultas y diabólicas que atacarían en cualquier momento, fuerzas a las que EE.UU. se debería enfrentar y vencer si quería sobrevivir.

Desde los primeros pasos de los neoconservadores cerca del poder, se advierte el sello inconfundible de Strauss: las “nobles mentiras” que presentaban a la sociedad explicando la mítica “lucha entre el Bien y el Mal” a la que se enfrentaban, era precisamente el tipo de mito que Leo Strauss creía necesario para rescatar al país de la decadencia moral sufrida por la sociedad en la década precedente. Ellos sabían que mentían, pero entendían que la necesidad de movilizar a la sociedad americana y unificarla en torno a una empresa nacional dotaría de propósito y significado a sus vidas, y esto hacía que esas mentiras pudieran considerarse como “nobles” dado el fin último que perseguían. Los neoconservadores habían logrado explicar la realidad ´de manera simple y maniquea, un mundo de buenos y malos, en el que el papel del villano estaba reservado a la URSS como “Imperio del Mal”, y el de héroe justiciero a Estados Unidos como único país que podía salvar al mundo. Un esquema que recreaba perfectamente el de “Gunsmoke”, la serie televisiva de cowboys que apasionaba a Strauss.

La alianza con el fundamentalismo religioso.

La política norteamericana, sólo puede ser comprendida desde una perspectiva teológica, cuya justificación ideológica no ha roto nunca con su fundamento religioso. Y el origen de éste, se halla en el milenarismo de las sectas calvinistas británicas que emigraron a los EE.UU. en los tiempos de las “Trece Colonias”. A su llegada, trataron de establecer un modo religiosamente perfecto de organización política, para lo que tomaron como modelo el Sanedrín Judío, un “Parlamento de los Santos” en el que estaban representadas las iglesias del país, siguiendo el modelo judío y calvinista de limitar los derechos civiles a aquéllos que han sido “elegidos”, clase que coincide con los “individuos propietarios” que reflejan en sus obras promoviendo el individualismo cristiano liberal John Locke y Adam Smith, excluyendo a los “condenados” o asalariados. Se dibuja así una autoconcepción de la Iglesia Calvinista como un “Nuevo Israel”, una idea que tendrá gran desarrollo en la teología profética, que englobará la conversión de los judíos y la descendencia angloamericana de las diez tribus perdidas de Israel. Con la aparición del “Estado Bíblico”, se produce ya una primera identidad entre judíos y cristianos ya en el S. XVII.

La implantación del ideario calvinista en las colonias provocó el primer “Gran Despertar”, que fue el estímulo definitivo para llegar a la Revolución Americana. Este ideal milenarista fue recogido por los cuáqueros promoviendo el “Segundo Gran Despertar” hacia 1790, siendo los primeros que vincularon la piedad personal con el compromiso por la mejora del orden social. Desde principios del S. XIX congregacionalistas y presbiterianos de Nueva Inglaterra, con la  ayuda de los unitarios, impulsaron un nuevo movimiento de transformación social a través de la educación. A estos movimientos se sumaron una larga serie de predicadores preocupados por unir al proceso de conversión religiosa y perfección moral, el desarrollo de un orden social conforme a los postulados del “Reino de Dios”. Esto suponía ir más allá de la predicación, incorporándose a la acción política directa. Nació entonces una ola de predicación neoevangélica por todo Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX, los predicadores se multiplicaron e invadieron los lugares más recónditos, y nacieron nuevas iglesias fruto de la “Revelación Divina” como la mormona. El fervor de la religiosidad protestante, incidió aún más en lo social, desembocando a finales del S. XIX y principios del XX en el movimiento del “Evangelio Social” que rechazaba que la mejora del orden social fuera el resultado de la mejora individual. Una tesis que supuso la división del movimiento protestante, que se agravó cuando llegada la década de los veinte del pasado siglo, el movimiento tuvo que tomar postura ante la Teoría de la Evolución de las Especies de Darwin, la cuestión relativa a la literalidad y fidelidad histórica de los textos bíblicos y la prohibición legal o la simple abstinencia personal del consumo de alcohol. Finalmente, la llamada “Ley Seca” vigente entre 1919 y 1933 puso de manifiesto la capacidad de la religión protestante para determinar el curso de la vida política, al tiempo que las décadas anteriores habían consagrado en el debate sobre la poligamia de los mormones, la incapacidad del Estado para condicionar el ámbito de lo religioso.


Tras el impacto social de la crisis del 29 y la Segunda Guerra Mundial, se produce un período de fuerte secularización de la sociedad norteamericana, que arranca en los años cincuenta y durará hasta finales de los setenta, década en la que alcanzó su máximo desarrollo con la “liberación sexual” o promiscuidad, el consumo de drogas, el ateísmo, la deserción del ejército, el avance de las religiones orientales y la “New Age”, la generalización del uso de anticonceptivos, el aborto y el divorcio. Precisamente el mismo espacio de tiempo, en el que vive y desarrolla su trabajo en los EE.UU. Strauss. Además, es en esta etapa cuando el Estado comienza un lento proceso de secularización de la legislación, legalizando el aborto en 1973 o prohibiendo la oración en las escuelas en 1962.

Al llegar la década de los setenta, había millones de cristianos fundamentalistas en Estados Unidos que siguiendo las indicaciones de sus predicadores se abstenían de participar en las elecciones, como muestra del rechazo que les producía una sociedad “pecadora”. Consideraban que participar en la vida pública votando, suponía comprometerse con una sociedad inmoral y “satánica”. La necesidad de evangelizar la sociedad y “recristianizarla”, surgió como reacción contra la llamada contracultura que sintetizó todos los fenómenos que atacaban los fundamentos de la sociedad y del tradicional “estilo de vida americano”. Este movimiento religioso de reacción, era liderado por algunos predicadores de éxito en la televisión, y se sostenía sobre cuatro principios básicos: defensa de la vida del no nacido, defensa del estilo de vida de América, defensa de la moralidad bíblica y defensa de la familia. Sobre estos principios se levantó lo que se daría en llamar la “Mayoría Moral” liderada por el reverendo Jerry Falwell.


Fue durante esta década que convergieron diversos acontecimientos que cambiarían el paisaje político y religioso. El primero fue el rápido crecimiento dentro de la cristiandad anglosajona americana formada por evangelistas y fundamentalistas, incrementado a su vez el apoyo norteamericano a favor de Israel. El segundo fue la llegada de uno de sus fieles, Jimmy Carter, un evangélico del “cinturón bíblico” sureño, a la presidencia de Estados Unidos. Estos acontecimientos dieron  al movimiento un protagonismo político al que habían renunciado durante las décadas anteriores. La revista Times designó 1976 como “el año de los evangélicos”. Un desarrollo sorprendente del movimiento tuvo lugar en marzo de 1977 cuando a Jimmy Carter dijo en un discurso que: “los palestinos tienen derecho a un hogar nacional”. Inmediatamente se movilizó toda una maquinaria propagandística que publicó en todos los grandes medios cosas tales como que: “era tiempo de afirmar con toda claridad por parte de las comunidades cristianas evangélicas su creencia en la validez de la profecía bíblica según la cual Israel tiene derecho divino a la tierra… vemos con grave preocupación todo recorte y toda disminución de este derecho por cualquier otra nación o entidad”. Fue una época clave en el forjamiento de una alianza entre los sionistas y la derecha cristiana fundamentalista. Esa campaña fue uno de los primeros signos de la existencia de una alianza naciente entre el Likud israelí, el lobby pro Israel y la derecha cristiana, dirigió el apoyo de los votantes de la derecha cristiana de Carter, un demócrata, a la derecha republicana. Cuando se produjo la crisis de los rehenes norteamericanos retenidos por Irán, esta crisis hizo que disminuyera el prestigio de Carter. Todo lo cual hizo, que una tremenda masa de votantes que creyera que Carter no había apoyado incondicionalmente a Israel, y  se pasara al candidato republicano Ronald Reagan en las elecciones siguientes del año 1980. Durante la campaña presidencial, Reagan declaró públicamente, por lo menos en siete ocasiones, a su creencia en la batalla final del Armagedón. Y cuando Israel bombardeó en 1981 el reactor nuclear que fabricaba Irak en la localidad de Osirak, la primera llamada telefónica de Menachen Begin no fue a Reagan, sino al reverendo Jerry Faldwell, encargándole que explique a su audiencia el sentido de la acción realizada. Sólo después llamó a Reagan. Jerry Faldwell también se encargó de reconvertir al viejo senador Jesse Helms, un tenaz crítico de Israel, en uno de sus más firmes apoyos. Los escándalos mermaron el prestigio de Falwell, pero los fundamentalistas siguieron votando conforme a sus indicaciones, y se eligió a otro presidente perteneciente a una iglesia bautista evangelista.

En estas elecciones, el movimiento fundamentalista encontró por fin el líder político que buscaba en Ronald Reagan, que se había mostrado abiertamente durante su campaña como un ferviente creyente del mensaje bíblico y de su literalidad, había rechazado la teoría darwinista, y manifestado su convencimiento de que EE.UU. era el ”Nuevo Israel”. Llegó incluso al extremo de confesar en la televisión su convicción en la proximidad del Armagedón tras el cumplimiento de todas las profecías bíblicas, compartiendo programa con Larry Flint, magnate de la industria pornográfica, que confesaba su arrepentimiento, le duró poco, tras haberse convertido en cristiano renacido merced a las prédicas de la hermana del presidente Carter. Reagan tenía una concepción de la Guerra Fría basada en la Biblia. Y en el libro de teología “dispensacionalista” más vendido dentro de la tradición profético-milenarista, “The late Great Planet Earth” de Hal Lindsey, que le había sido sugerido por Billy Graham, que era el primer telepredicador que tuvo éxito en antena. Tanto es así, que al término de una conferencia que Lindsey había dado en la Casa Blanca invitado por Reagan, el senador James Mils mantuvo una larga conversación con Reagan sobre el Armagedón y la Segunda Venida de Cristo, afirmando Reagan que dado que se habían ido cumpliendo todas las profecías, consideraba que el Apocalipsis era inminente. Esta visión apocalíptica del mundo alarmó a tal extremo a Mills que tuvo que denunciarlo públicamente, ante el temor que le producía que la política exterior estuviera determinada por la particular visión apocalíptica de Reagan.

Hasta las elecciones de 1980, el movimiento neoconservador era únicamente una corriente  de ideas que fluía entre una minoría elitista de tipo académico, que contaba con algunas personalidades relevantes en sus filas, pero que carecía de todo ascendiente sobre el público. Pero cuando los seguidores del movimiento fundamentalista protestante dieron su apoyo a los políticos republicanos, los neoconservadores obtuvieron la capacidad de movilización social de la que carecían hasta ese momento.

Neoconservadores y fundamentalistas religiosos coincidían en atribuir a los EE.UU. el papel de salvadores del mundo, una idea que forma parte del concepto mesiánico que los Estados Unidos tienen de sí mismos desde su fundación, que por razones religiosas enlazaba y enlaza a los fundamentalistas protestantes, también llamados cristianos sionistas, con los intereses del Estado de Israel. Prueba de la permanencia de dicha vinculación hasta la actualidad, sea que el reverendo John Hagee se dirigiera a los delegados de los “Christians United for Israel” en la cumbre de Washington de 2012, diciendo: “los cristianos evangélicos somos la primera línea de defensa de Israel en los Estados Unidos de América”, siendo aplaudido en pie, e incluso celebrado con canticos y fuertes silbidos por los asistentes[13]. Y más recientemente, Richard Land, presidente de Ética de la Convención Bautista del Sur y de la Comisión de Libertad Religiosa en una entrevista dada a NBC News con respecto al apoyo evangélico a Israel, decía: “los evangélicos norteamericanos tenemos en nuestro ADN: Dios bendiga a los que bendicen a  los judíos y maldiga a quién maldice a los judíos”.[14]



[1] Norman Podhoretz nació en Polonia en una familia judía de la región de Galitzia que emigro a Nueva York asentándose en Brooklyn, en dónde se educó Norman. En 1950 se graduó en Literatura Inglesa en Columbia, y una segunda licenciatura en Literatura Hebrea en el Seminario Teológico Judío de América, aunque nunca tuvo la intención de entrar en el rabinato. Después de haber sido galardonado con el Kellett Fellowship y una beca Fulbright, un magister en el Clare College, Cambridge , donde realizó estudios de doctorado brevemente después de rechazar una beca de postgrado de la Universidad de Harvard. También sirvió en el ejército de Estados Unidos (1953-1955) asignado a la agencia de seguridad del Ejército norteamericano oArmy Security Agency” (ASA). Fue editor jefe de la revista “Commentary” desde 1960, cuando reemplazó a Elliot E. Cohen, hasta su retiro en 1995, y desde ella difundió las tesis de Marcuse, progresivamente fue  evolucionando,  dejando de ser un medio de expresión de las posiciones intelectuales de la “New Left” y la contracultura para convertirse en portavoz del neoconservadurismo más elitista del “American Enterprise Institute” (AEI). En 1963, escribió el influyente ensayo "Mi Negro problema", en el que describió la opresión que sentían los negros americanos, y concluyó abogando por "la fusión por mayor de las dos razas como la alternativa más conveniente para todos los involucrados". Entre 1981 y 1987, fue asesor de la Agencia de Información de EE.UU. y fue encontrado culpable de falso testimonio ante el Congreso en 1987, lo que sin embargo no le ha impedido alcanzar la presidencia del Ethics and Public Policy Center con sede en Washington D.C.  De 1995 a 2003, perteneció a la dirección del Instituto Hudson. En 1997 impulsó el “Proyecto para un Nuevo Siglo Americano” The Project for the New American Century” (PNAC) junto con Elliot Abrams, Jeb Bush (Gobernador de Florida y hermano de George W. Bush), Dick Cheney, Dan Quayle, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, William Kristol, Richard Perle, Donald Kagan, Francis Fukuyama, Zalmay Khalilzad y William J. Bennett.  En 2004 se le galardonó con la Medalla Presidencial de la Libertad por George W. Bush, por su contribución intelectual como editor en jefe de la revista “Commentary”, y por su trabajo como investigador principal en el Instituto Hudson. Fue uno de los firmantes originales de la "Declaración de Principios" del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano fundado en 1997. Recibió el Premio Guardián de Sión de la Universidad Bar-Ilan, en 2007.  En su último año de actividad, asesoró a Rudolf Giuliani en su campaña presidencial de 2008. El mismo año, abogó públicamente un ataque estadounidense contra Irán. En 2009 publicó el libro ¿Por qué son liberales los judíos?”. Es considerado como uno de los más agresivos partidarios del sionismo y decidido partidario del Likud israelí. Es autor de varios libros entre los que podemos citar los siguientes: Doings and Undoings: The Fifties and After in American Writing (1964); Making It (1968); Breaking Ranks: A Political Memoir (1979); The Present Danger (1980); Why We Were in Vietnam (1982); The Bloody Crossroads: Where Literature and Politics Meet (1986); Ex-Friends (1999); y “My Love Affair with America” (2000) entre otros.

[2] Samuel Phillips Huntington (1927-2008) fue un politólogo y profesor norteamericano de Ciencias Políticas en el Eaton College y Director del Instituto John M. Olin de Estudios Estratégicos de la Universidad de Harvard. Huntington es conocido por su análisis de la relación entre el gobierno civil y militar, su investigación acerca de los golpes de estado en países del tercer mundo y su tesis acerca de los conflictos sociales futuros. Fue miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, la Presidential Task Force on International Development, la Commission on the United States-Latin American Relationships y la Comission on Integrated Long Term Strategy. En sus obras ha elaborado su propia definición del concepto de sistema político y de régimen político entre otras, que se consideran de referencia en la materia. Se retiró de la enseñanza en 2007 tras 58 años de docencia en la Universidad de Harvard. Con su obra “El Choque de Civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial” alcanzó gran celebridad, en la misma escribió: “"Mi hipótesis es que la fuente fundamental de conflicto en este nuevo mundo no será en principio ideológica o económica. Las grandes divisiones entre la humanidad y la fuente de conflicto dominante serán culturales. Los estados nación seguirán siendo los actores más poderosos para los asuntos exteriores, pero los principales conflictos de política global ocurrirán entre naciones y grupos pertenecientes a diferentes civilizaciones. El choque de civilizaciones dominará la política global. Las líneas de falla entre las civilizaciones serán las líneas de batalla del futuro."

[3] Donald Kagan nació en una familia judía de Kuršėnai, Lituania, en 1932. Creció en Brooklyn, Nueva York, donde su familia emigró poco después de la muerte de su padre. Se graduó en el Brooklyn College, realizó estudios de posgrado en la “Brown University” y se doctoró en la Universidad de Ohio en 1958. Después de convertirse en demócrata liberal, cambió en los años 1970 y se hizo uno de los signatarios originales en 1997 de la declaración de los principios neoconservadores "think tank", “Proyecto para el Nuevo Siglo Americano”. En la víspera de las elecciones presidenciales de 2000, Kagan y su hijo, Frederick Kagan, publicaron “While America Sleeps”, una llamada clara para impulsar los gastos de defensa. En 2002 recibió la “National Humanities Medal”. Actualmente es “Sterling Professor” de Clásicas e historia en la Universidad de Yale. Fue deán del Yale College de 1989-1992. Su curso "Los orígenes de la guerra" ha sido uno de los cursos más populares de la universidad en veinticinco años. Enseña "Introducción a la Historia Griega Antigua" y el nivel superior de Historia y seminarios de Civilización Clásica que se concentran en temas que abarcan desde Tucídides hasta la hegemonía espartana. Vive en New Haven, Connecticut. Su hijo Robert Kagan, es también un activo neoconservador.

[4] Richard Perle nació en la ciudad de Nueva York en el seno de una familia judía. Cuando era niño se trasladó a California, donde asistió a la Hollywood High School en Los Angeles con compañeros de clase como el actor Mike Farrell, cantante Ricky Nelson, y Joan Wohlstetter (la hija de Albert y Roberta Wohlstetter de la Rand Corporation). Obtuvo un B.A. en Política Internacional en 1964 de la Universidad del Sur de California. Como estudiante universitario, estudió en Copenhague en el Programa Internacional de Estudios de Dinamarca, y también estudió en la London School of Economics y obtuvo una maestría en Ciencias Políticas de la Universidad de Princeton en 1967. De 1969 a 1980, Perle trabajó junto con Paul Wolfowitz como empleado de plantilla para el senador demócrata Henry M. Jackson, redactando en este período la enmienda Jackson-Vanik al Acuerdo Internacional de Cereales (IGA) de 1972, o "Deal del trigo ruso" negociado por Richard Nixon y la Unión Soviética, un acuerdo comercial del que dependía la emigración de los judíos soviéticos a Israel. Intervino en los debates del Senado durante la Administración Carter sobre el acuerdo de reducción de armamento nuclear con la URSS, al que se opuso tajantemente. Tuvo un papel destacado en la llamada “Guerra de las Galaxias” durante la Administración Reagan. En esta etapa, Perle adquirió el apodo de "El Príncipe de las Tinieblas" siendo Secretario adjunto de Defensa para la política de seguridad internacional. Perle ha actuado como "lobbista" en favor de los fabricantes de armas israelíes y sigue actuando como asesor para empresas privadas que tienen tratos con el gobierno federal; también pertenece al consejo de redacción del periódico israelí "The Jerusalem Post".

[5] Michael Arthur Ledeen nació en Los Ángeles, California en 1941, ha sido consultor del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, del Departamento de Estado y del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Ocupó la silla “Libertad Scholar” en el “American Enterprise Institute” (AEI), donde fue becario durante veinte años y ahora ocupa la cátedra de nombre similar a la Fundación para la Defensa de las Democracias. Fue miembro del consejo de la "Coalición para la Democracia en Irán" (CDI), fundado por Morris Amitay, ex Director Ejecutivo del Comité de Asuntos Públicos Israelí-Americano (AIPAC). Ledeen también formó parte de la junta directiva del “Comité de EE.UU. para un Líbano Libre”. Según el Washington Post, citado por Asia Times, él era el único analista de asuntos internacionales de tiempo completo consultado regularmente por Karl Rove, el consejero más cercano de George W. Bush. Jonah Goldberg, colega de Ledeen en National Review, acuñó la expresión "Doctrina Ledeen" en una columna de 2002. Esta "doctrina" la resumía Goldberg así: "Cada diez años más o menos, los Estados Unidos tienen que recoger un pequeño país de mierda y tirarlo contra la pared, sólo para mostrar al mundo que hablamos en serio". Leeden ha formulado la hipótesis de intervención militar en Europa en el caso de que Francia o Alemania llegaran a aliarse políticamente con el mundo árabe.

[6] Richard "Dick" Bruce Cheney (Lincoln, Nebraska; 30 de enero de 1941). Obtuvo una maestría en letras y se graduó en Ciencias Políticas por la Universidad de Wyoming. Fue Jefe de gabinete de la Casa Blanca durante la Presidencia de Ford, más tarde como congresista por Wyoming, se encargó de dirigir la investigación del asunto Irán-Contra declarando la inocencia de Reagan. Jugó un papel clave en el rechazó a la petición de Alemania Occidental de abrir negociaciones con la URSS para reducir armas nucleares de corto alcance en Europa y en la organización de las alianzas para la primera invasión de Irak en 1991. Finalmente, a pesar de haber sido acusado de un posible delito de fraude cometido siendo presidente de la petrolera Halliburton Company, fue Secretario de Defensa y Vicepresidente con la G. W. Bush. Así como consejero presidencial de primer orden en asuntos de política energética, política exterior y seguridad nacional, destacó como uno de los miembros más duros de la Administración Bush, defendiendo la guerra contra Irak con o sin el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU en 2003. Ha sido considerado como el vicepresidente más poderoso de la historia de EE.UU.

[7] Paul Wolfowitz es hijo del matemático judío polaco Jacob Wolfowitz, que inmigró a los EEUU en 1920 con sólo diez años. Nació el 22 de diciembre de 1943 en Nueva York, y estudió en primer lugar la carrera de Física y Química, y más tarde se licenció en Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago. Desde entonces, se le ha considerado políticamente trotskista. En la Universidad de Cornell, donde enseñaba su padre, conoció el profesor Allan Bloom, con el que se convirtió en discípulo de Strauss, negando la filosofía del relativismo, que por la década de los 60, estaba de moda. De esta forma negó también la "legitimidad universal de los valores americanos y se adaptó a la tiranía". En la Universidad de Chicago Wolfowitz redactó una tesis sobre el peligro de proliferación nuclear en el Oriente Medio. En 1972 se abrió paso en la administración federal estadounidense guardando equilibrio entre demócratas y republicanos. Se opuso desde el principio a la “realpolitik” del también judío Henry Kissinger y entró como consejero en el Pentágono en 1977 bajo la administración de Jimmy Carter, que terminaría defraudándole. Con la Administración Reagan fue nombrado vicesecretario de Estado para asuntos del Este asiático y el Pacífico, y más tarde embajador en Indonesia en donde apoyó al régimen de Suharto durante la aplicación de las políticas neoliberales monetaristas dictadas por el judío Milton Friedman y su “Escuela de Chicago”. De 1989 a 1993, bajo la dirección de Dick Cheney, ejerció como subsecretario de defensa, cargo desde el que elaboró ​​una nueva estrategia y organización militar estadounidense tras el fin de la Guerra Fría. En 1991 organizó la financiación de la Guerra del Golfo y llegó a convencer a Israel de no intervenir militarmente. Durante la presidencia de Bill Clinton, fue decano de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad John Hopkins en Washington DC. En 2001, George W. Bush lo nombró Secretario de Defensa Adjunto, bajo las órdenes de Donald Rumsfeld, y apoyó enérgicamente la caída del régimen de Saddam Hussein y la invasión militar de Irak. Considerado como uno de los neoconservadores más radicales, se encargó de encontrar las justificaciones jurídicas de la invasión de Irak, y se le consideró como el principal responsable de los desacuerdos dentro del ejército americano, en su búsqueda de las armas de destrucción masiva. Es miembro del PNAC y del AEI, y amigo de ilustres straussianos del mundo universitario. Una vez se había llevado a cabo la invasión de Irak, dio una lección implícita de teoría política straussiana en unas sonadas declaraciones a la revista “Vanity Fair”, en las que reconocía que lo de las armas de destrucción masiva era una “verdad burocrática” destinada a buscar el consentimiento de quienes nunca habrían aceptado asumir las causas reales de la guerra. Con estas declaraciones, Wolfowitz jugaba con la típica idea de Strauss y sus seguidores, que exige y legitima el recurso al engaño.
En marzo de 2005, George W. Bush, con el fin de alejarlo de su administración, le ofreció la presidencia del Banco Mundial (por regla general, los Estados Unidos son los que gestionan cuando los europeos gestionan el Fondo Monetario Internacional). En 2007, estuvo envuelto en un escándalo de corrupción, al descubrirse que su novia, también empleada del Banco Mundial, había recibido importantes aumentos de sueldo por encima de lo que dictan las reglas de la organización, tras llegar Wolfowitz a la presidencia de la misma, la novia del presidente del Banco Mundial había trabajado para una empresa privada que ofrecía asesoría al Pentágono antes de la guerra de Irak, sin informar de ello al Banco Mundial, como exigen las reglas de la organización. La Asociación de Empleados del Banco Mundial y el Parlamento Europeo pidieron la dimisión de Wolfowitz, que había intentado distinguirse en su gestión del Banco Mundial por la lucha anticorrupción. Finalmente dimitió a finales de 2007 tras el dictamen de una Comisión de investigación.

[8] Daniel Pipes es un analista político judío de nacionalidad estadounidense especializado en terrorismo, en el Islam y en Oriente Medio. Nació en Boston (Massachusetts, Estados Unidos) en 1949 en una familia de judíos polacos que llegaron de Polonia a EE.UU. en 1939.  Obtuvo un B.A. en Historia en 1971en la Universidad de Harvard en la que su padre era profesor. Aprendió árabe y estudió el Corán. Volvió a Harvard en 1973 y obtuvo un Ph. D. en Historia Medieval Islámica en 1978. Enseño Historia Mundial en la Universidad de Chicago de 1978 a 1982, Historia en Harvard de 1983 a 1984 y Política y Estrategia en el “Naval War College” de 1984 a 1986. Es colaborador de los periódicos “New York Sun, “The Jerusalem Post, “The Washington Post, “New York Times y “Wall Street Journal, y en medios de Internet como FrontPage Magazine y, en español, en “La Razón de Madrid, “Diario de América, “Reforma, “El Tiempo y “Libertad Digital. Pipes es conocido por haber vaticinado los sucesos del 11 de septiembre (junto a Steven Emerson) y es fundador y director del Middle East Forum. Es autor o coautor de 18 libros que han sido traducidos a 19 idiomas y es invitado frecuente para debatir sobre Oriente Medio en la BBC, Antena 3 o Al Jazeera, e imparte conferencias en 25 países. Ha sido acusado de islamofobia y ha alertado reiteradamente sobre el peligro de "islamización de Europa".

[9] Polk, Willian R., “La Revolución neoconservadora. La estrategia de la guerra permanente o la cruzada imperial de Israel y Estados Unidos”. http://www.campus-watch.org/article/id/1012

[10] Polk, Willian R., “La revolución conservadora en los EE.UU.”, http://www.geocities.ws/posdatas/polk0404.html

[11] http://infokrisis.blogia.com/2004/101501-leo-strauss-los-abismos-del-pensamiento-conservador.php.

[12] Heinz Alfred Kissinger nació en Fürth, Baviera, en una familia de judíos alemanes. El apellido Kissinger fue adoptado en 1817 por su tatarabuelo Löb Meyer y hace referencia a la ciudad de Bad Kissingen. En 1938, emigró de la Alemania nacionalsocialista, y se mudó a Nueva York. Kissinger recibió su formación militar básica en Carolina del Sur, donde fue nacionalizado estadounidense a su llegada en 1943. Perteneció a los servicios de inteligencia americanos en Alemania durante la ocupación. A su regreso a EE.UU. estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard, Permaneció en Harvard, como miembro de la facultad en el Departamento de Gobierno y desempeñándose como profesor y catedrático. Además de 1956 a 1958 trabajó como Director del Proyecto de Estudios Especiales, el cual fue creado por él mismo y avalado por la Rockefeller Brothers Fundation. Fue Director del programa de estudios de defensa de Harvard entre 1958 y 1971. También fue Director del Seminario Internacional de Harvard entre 1951 y 1971. Además, como parte de su carrera, pasó a actuar como consultor, asesor y miembro de juntas directivas de variedad de empresas, de las cuales, la más sonada en sus inicios y donde actuó como asesor fue la Corporación RAND, una compañía de desarrollo industrial, tecnológico y armamentístico. En 1955, se convierte en Asesor del Consejo Nacional de Seguridad y de la Junta de Coordinación de Operaciones de Seguridad. En 1955 y 1956, fue también Director de Estudio en las Armas Nucleares y la política exterior en el Consejo de Relaciones Exteriores. Publicó su libro de las armas nucleares y la política exterior al año siguiente. De 1956 a 1958 trabajó como director de su "Proyecto de Estudios Especiales" avalado por la Rockefeller Brothers Fundation. Fue Director del programa de estudios de defensa de Harvard entre 1958 y 1971. También fue Director del seminario internacional de Harvard entre 1951 y 1971. Fuera de la academia, se desempeñó como consultor de varios organismos del Gobierno, incluyendo la Oficina de Investigación de Operaciones, el Control de armas y desarme y el Departamento de Estado y la Corporación RAND. Deseoso de tener una mayor influencia en la política norteamericana, Kissinger fue partidario y asesor de Nelson Rockefeller, gobernador de Nueva York, que buscó la nominación del Partido Republicano para Presidente en 1960, 1964 y 1968. En este año, Richard Nixon lo nombra Consejero de Seguridad Nacional. Kissinger, no sólo se limitó a cumplir sus funciones, sino que pasó a involucrarse en prácticamente todas las actividades del gobierno de Nixon, algo que lo convirtió en indispensable para el propio presidente, quien frecuentemente hacía cambios completos de gabinetes y de directivas pero era incapaz de destituir a Kissinger, dado que aun cuando su cargo y su sueldo no le remuneraran ni le otorgaran responsabilidades sobre decenas de ámbitos, Kissinger se involucraba de lleno en cada asunto de la política estadounidense. Richard Nixon, una vez reelecto, en 1972, le otorgó su "premio" a Kissinger, la Secretaría de Estado de los Estados Unidos, puesto con el que Kissinger acabaría de grabar su nombre en la historia. En ese período, extendió la política de distensión. Esta política llevó a una relajación significativa en las tensiones con la Unión Soviética y desempeñó un papel crucial en 1971 las conversaciones con el primer ministro chino Zhou Enlai. Las conversaciones concluyeron con un acercamiento entre Estados Unidos y la República Popular de China y la formación de un nuevo alineamiento estratégico de América-Chino-Antisoviética. Fue condecorado con el Premio a Nobel de la Paz de 1973 para ayudar a establecer una cesación del fuego y el retiro de los Estados Unidos de Vietnam. En 1975, España entró en un período de crisis, con la inminente muerte del general Franco, situación que fue aprovechada por el Rey Hassan II para enviar a más 350.000 civiles y 25.000 militares al territorio de Sahara Occidental, con el fin de reclamarlo y anexarlo a sus dominios. Henry Kissinger, jugó un papel clave en este proceso, siendo él, quien planificó, asesoró y organizó a los marroquíes para la Marcha Verde, y auspició las negociaciones entre los representantes marroquíes y el Gobierno español, que finalizaron con la salida del Ejército español de los territorios del Sáhara y el traspaso del mismo a Marruecos y Mauritania. Estados Unidos, encausado por Kissinger, proporcionó a Marruecos equipos, armamentos, logística y una completa organización para la operación, mientras que Arabia Saudí aportó grandes sumas de dinero para la misma, que era en extremo favorecedora, siéndolo todavía hoy en día, para los intereses de orden militares, estratégicos y económicos de los EE.UU., sobre la región. El conflicto del Sáhara Occidental, continúa todavía sin resolverse. Henry Kissinger también es uno de los más conocidos miembros del Club Bilderberg junto a David Rockefeller, además de ostentar la posición de ser uno de sus miembros fundadores originales. Ambos colaboraron de pleno con el príncipe Bernardo de Lippe-Biesterfeld, junto con la Banca Rothschild, en los planes de nacimiento, organización y expansión del Club Bilderberg.

[13] Kissinger, Henry; “Diplomacy”, pág. 738. Edit. Simon & Shuster, Nueva York, 1994.

[14] “The Times of Israel”, Tel Aviv, 17 de Julio de 2012. http://www.timesofisrael.com/evangelical-leader-christians-on-the-front-line-for-israel-in-us/

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