sábado, 26 de diciembre de 2015

EL ACTUAL ESCENARIO GEOESTRATÉGICO MUNDIAL (II)

 
2º) La decadencia de Europa y el conflicto de intereses con los EE.UU.

Europa se debate en una encrucijada por su supervivencia, que se deriva de la crisis institucional, social, económica e identitaria, en la que ha sumido al continente el capitalismo alemán y la supeditación política y militar a los intereses de los EE.UU., provocando una triple fractura:
 
1º Entre los países de la zona euro y los restantes países de la UE por el diverso grado de integración en las instituciones europeas y el conflicto existente entre intereses nacionales y los comunes, véase el caso del Reino Unido que a corto plazo enfrenta en 2017 el posible referéndum sobre la continuidad británica en la UE;
 
2º Por los desequilibrios económicos entre el centro de Europa, económicamente pujante y heredero del área económica del marco alemán, y la periferia europea que sometida a los intereses económicos del centro continental, ve deprimirse de forma progresiva y constante su economía;
 
3º Entre el Este y el Oeste como consecuencia del abandono de Europa occidental de los valores tradicionales y de identidad europeos, sumiéndose en una sociedad multirracial y multicultural, carente de voluntad de permanecer y vivir, lo que se ha puesto en evidencia con la indebidamente llamada “crisis de los refugiados” y la debilidad ante la invasión islámica de Europa de la que es parte, que ha puesto en cuarentena la libre circulación de personas dentro del llamado espacio Schengen.
 
En el ámbito exterior, Europa carece de una política común a todo el continente, casi sería más correcto decir que carece de política exterior, y de capacidad militar para hacer respetar su voluntad en los organismos internacionales, en los que se viene decidiendo su futuro sin ser tenida en cuenta, como ocurre en el Consejo de Seguridad de la ONU o en las relaciones diplomáticas entre Rusia, China y EE.UU.
 
En el interior, la economía europea vive presionada por sus altos costes sociales, el coste de la energía que debe adquirir en dólares, con el consiguiente beneficio de los EE.UU. para el que no tiene más coste que seguir haciendo girar la imprenta e imprimiendo billetes y unos salarios infinitamente más bajos en Asia, además de unas normas de protección medioambiental inexistentes en contraste con el alto coste económico de la normativa europea, aun así imprescindible. Además la organización política de Europa se agrieta, pues padece una debilidad estructural en su construcción que se ha puesto de manifiesto con la crisis griega, al dejar clara la profunda desigualdad de los diferentes países de la Unión dentro de la arquitectura institucional europea.
 
En el plano estratégico y militar, Europa, con tan solo el 9% de la población (500 millones), representa el 25% del PIB mundial, el 25% del comercio y el 50% del gasto social del planeta, constituyendo la mayor concentración de riqueza y de distribución equitativa de la misma del mundo, solamente comparable a los EE.UU. de forma ventajosa para Europa, en cuanto a su redistribución por vía fiscal. En contraste con lo anterior, los recursos que Europa destina a protegerse son ciertamente escasos, pues apenas supera los 200.000 millones de dólares de gasto en defensa. Si comparamos estas cifras con los recursos de otros actores internacionales, podremos apreciar mejor la situación relativa europea. EE.UU. pese a que por primera vez desde 1998 ha reducido su gasto en comparación con el año anterior, su necesidad de salvaguardar su supremacía militar es tal, que su inversión militar sigue siendo superior a la de Asia y Europa juntos: 610.000 millones de dólares frente a 441.000 de 2015. Esas cifras representan grosso modo algo más de la mitad del PIB de España. China, según las estimaciones del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), gastó 216.000 (más de un 220% que hace una década); y Rusia, el tercer inversor del mundo, 84.000 millones, un 20% que en años precedentes.
 
La mayoría de los gobiernos europeos ha decidido llevar a cabo grandes recortes del gasto en defensa, a fin de limitar al máximo los recortes en gastos sociales, confiando en el escudo defensivo de la OTAN, que resulta vital para el mantenimiento de la hegemonía norteamericana. Desde 2008, España, Italia, Grecia y también las tres principales potencias, Reino Unido, Francia y Alemania han recortado, aunque menos. Las políticas ya puestas en marcha harán que la tendencia europea a disminuir el gasto en defensa se acentúe en el futuro inmediato, pese a las exigencias de EE.UU., para que los estados europeos asuman en mayor medida el coste de la ofensiva sobre Rusia y Oriente Medio, debido a la presión que sufre el gigante americano debida a la necesidad de contrarrestar el auge en inversión militar de China, aumentando su presencia en el Pacífico, tanto comercial como militarmente. Obviamente, la suma de los recortes europeos y norteamericanos, redundarán en una pérdida de músculo militar que, obviamente, tendrá un coste en el tablero geoestratégico internacional, y un resultado inevitable: la pérdida de peso político de Occidente en el concierto internacional.
 
Los intereses geopolíticos de los EE.UU. ya no coinciden con los de Europa, y esta realidad está forzando la crisis de la única organización militar que existe y cuenta, los EE.UU. han saboteado cualquier intento europeo de organizar una alianza militar independiente al margen de su control, y la política de salvaguarda de la hegemonía de los EE.UU., ha conducido a la celebración de alianzas inexplicables, incluso contraproducentes para Europa, ya que fuerzas islamistas declaradas enemigas de Europa, tratan de instaurar regímenes que son la negación absoluta de la libertad, con el auxilio de los propios aliados de los EE.UU. y sin otra oposición que la de Rusia. Una realidad que debería mover a reflexión, porque va en ello la supervivencia del continente y de su civilización que, guste o no escucharlo, no sólo no es neutral frente al islamismo, sino profundamente enemiga del mismo.
 
La política de agresión de EE.UU. contra los intereses rusos, ha provocado el aumento de las demostraciones de fuerza atlánticas frente al coloso euroasiático. Dentro de esa política de mostrar fuerza, se han llevado a cabo el pasado mes de octubre las maniobras Trident Juncture, el mayor ejercicio militar desplegado por la OTAN desde el final de la “Guerra Fría”. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se fundó en 1949 como alianza militar heredera directa de los aliados frente a las fuerzas fascistas europeas, frente a la URSS estalinista. Era el instrumento de la ocupación militar de Europa por los Estados Unidos, en su política de hostilidad frente a la Unión Soviética, los dos auténticos vencedores de la segunda guerra mundial, cada uno de los cuales representaba un universo ideológico enteramente distinto. Con la caída del comunismo en 1989, la Alianza se extendió hacia el Este europeo llevando su frontera militar a las mismas puertas de Rusia, en Europa central y el Báltico y se redefinió implícitamente como brazo militar de la concepción norteamericana del mundo sometido a un nuevo orden hegemónico y unipolar dominado por los Estados Unidos.
 
La realidad actual es muy diferente. El sueño americano de un mundo sometido al orden político, cultural y militar norteamericano, ha dejado lugar a un mundo multipolar en lo político y militar, en el que el declive económico norteamericano parece cada día más cercano, ante el auge de las economías asiáticas y el control ruso de gran parte de las fuentes de energía. Por esta razón, cada vez es más profunda la brecha entre los intereses geopolíticos norteamericanos girados hacia el Pacífico en su política de contención de China, y los intereses de los europeos. La crisis de las denominadas primaveras árabes, el conflicto de Rusia en su frontera occidental de Ucrania y Crimea alentado por Washington, ha generado en la frontera suroriental de Europa una nueva guerra en territorio europeo, que sólo sirve a los fines de EE.UU. A este conflicto, hay que añadirle las intervenciones neocoloniales en Oriente Medio, que han conducido a la guerra a los todos los países entre Turquía y la India con excepción del chiita Irán, que se ha convertido en un mal necesario para los EE.UU., al ser los únicos que pueden hacer frente al Estado Islámico (ISIS) sunnita, que ha perseguido con odio a los cristianos orientales que habitan la cuna de la cultura occidental, y no es el único que lo ha hecho, sino que multitud de pequeñas organizaciones apoyadas por la OTAN se han empleado en estos crímenes con idéntica saña. Dicha organización, dotada de todos los atributos de la soberanía de cualquier Estado al que no se reconoce como tal para privarle de legitimidad, ha sido alimentada e impulsada por los regímenes tiránicos y sátrapas aliados de EE.UU., especialmente Arabia Saudí, que no duda en financiar la ideología wahabita que sirve de base a la invasión islámica y al terrorismo yihadista en Europa. Pero paradójicamente, es Rusia quien ha intervenido contra esos grupos islamistas en defensa de los cristianos, no los países de la OTAN, que aunque cada día lo sean menos, están poblados casi íntegramente por personas de cultura cristiana. Son muchas las contradicciones en las que la OTAN ha entrado, y muchos los intereses divergentes entre EE.UU. y Europa.
 
Los verdaderos intereses de Europa, no pasan por designar a Rusia como enemigo geopolítico de Europa. No existen motivos que puedan suscitar el conflicto, más bien al contrario, la complementariedad entre los intereses de Rusia y de Europa central y occidental es cada vez más evidente. Al contrario, son los intereses de EE.UU. los que colisionan con los intereses geopolíticos europeos y sus posibilidades de supervivencia. El poder militar, económico y político de los Estados Unidos, a lo que se suma la incapacidad europea para defenderse y su, en consecuencia, nulo poder político, impiden que se haga público el debate sobre la disolución de la OTAN, pero a nadie se le oculta la realidad. La OTAN no tiene futuro a largo plazo, pues Europa tendrá que elegir entre su supervivencia y la sumisión a los EE.UU. y sus intereses geopolíticos, y para que opte por una política de independencia, sólo es necesario que las presiones fronterizas energéticas y migratorias derivadas de las políticas de preservación de la hegemonía de EE.UU. sigan aumentando.

sábado, 28 de noviembre de 2015

EL ACTUAL ESCENARIO GEOESTRATEGICO MUNDIAL (I)




“5. Porque así dice el Señor, Yahvé: Desdicha tras desdicha viene, 6. llega el fin, está amenazándote el fin, ya está ahí.7. Ya te llega el fin, habitante de la tierra; ya viene el tiempo, ya llega el día del alboroto, pero no de alegría, en los montes. 8. Ahora en seguida voy a derramar sobre ti mi ira y satisfaré en ti mi furor, juzgándote según tus obras y echando sobre ti todas tus fornicaciones. 9. No se apiadará mi ojo, no tendré compasión, sino que echaré sobre ti tus obras, y pondré en tu seno tus abominaciones, y sabrás que yo, Yahvé, os hiero.
10. He ahí el día, ya viene, ya llega tu suerte, ya ha brotado la opresión, ha florecido la injusticia. 11. La violencia se ha levantado como cetro de impiedad; nada quedará de ellos ni de su orgullo, nada de su estrépito, nada de su esplendor. 12. Llega el tiempo, viene el día en que no se alegre el que compra ni se entristezca el que vende, que sobre todos vendrá la ira. 13. Quien venda no recobrará lo vendido por más que viva, porque la visión sobre todos ellos no se revocará, y por las impiedades ninguno vivirá. 14. Tocan las trompetas, todo está presto, pero nadie va al combate, porque se desencadena mi ira sobre su muchedumbre. 15. Fuera, la espada; dentro, la peste y el hambre; quien está en el campo morirá a la espada; quien esté dentro de la ciudad será devorado por el hambre y por la peste. 16. Quién de ellos escape huirá a los montes, y gemirán todos como gime la paloma, cada uno por su propia iniquidad. 17. Todas las manos están debilitadas, y todas las rodillas flaquean. 18. Cíñense de saco y cúbrense de terror; en todos los rostros se ve la confusión, y todas las cabezas están rapadas. 19. Tiran en las calles su plata, y su oro se les torna en estiércol; no los salvará su plata ni su oro el día de la ira de Yahvé. No saciarán su hambre y no llenarán su vientre con ellos, pues les fueron incentivo para el pecado.
20. Estaban muy orgullosos de sus brillantes joyas, y con ellas fabricaron sus abominables simulacros, sus ídolos. Por eso se los convertirá en estiércol, 21. y los daré al saqueo de manos extranjeras y en botín a los impíos de la tierra, para que lo contaminen. 22. Apartaré de ellos mi rostro, y será profanado mi tesoro; entrarán en él los invasores y lo profanarán. 23. Fabrícate cadenas, porque está la tierra llena de sangre, y la ciudad llena de violencias. 24. Traeré gentes perversas para que se apoderen de sus casas, y pondré fin al orgullo de los poderosos, y serán profanados sus santuarios. 25. Viene el terror, pedirán paz, y no habrá paz. 26. Vendrá angustia sobre angustia, y el anuncio de una seguirá al de otra. Faltará la visión a sus profetas; los sacerdotes desconocerán la Ley, y los ancianos el consejo. 27. El rey se enlutará, y los príncipes estarán desolados, y temblarán las manos de toda la tierra. Yo los trataré según sus caminos y los juzgaré según su merecido, y sabrán que yo soy Yahvé.”
Ezequiel, 7

En 1815 la derrota del imperio napoleónico dio lugar a un nuevo orden internacional, que se concretó en el Tratado de Viena. Un nuevo orden en el que España, a pesar de ser todavía una potencia mundial, fue ignorada, una prueba más de que el vigor de una nación reside en su espíritu y voluntad y no en la extensión de sus territorios. En este tratado los europeos configuraban un orden mundial basado en su indiscutible hegemonía, en el que todavía primaba lo político sobre lo económico. Este orden geopolítico se mantuvo vigente hasta que el ascenso de los EE.UU., que ejemplifican la primacía de lo económico sobre lo político, la política entendida como prolongación de la economía, llevó a la emergente potencia americana a intervenir militarmente por primera vez en 1915 en los asuntos internos europeos. Una guerra que terminó con los grandes imperios ruso, prusiano, austriaco y otomano, que representaban el orden precedente en decadencia.

Tras el difícil equilibrio de entreguerras, el conflicto por la hegemonía entre lo político y lo económico, desencadenó nuevamente una guerra, y tras la caída de las democracias frente al nacionalsocialismo alemán, en la contraofensiva de lo político frente a lo económico, la reacción militar de los EE.UU. no se hizo esperar y en 1940 comenzaron las hostilidades militarmente de forma encubierta contra las potencias del Eje, casi dos años antes de que existiera el estado de guerra para los EE.UU. Finalizado el conflicto con la victoria del poder del dinero, se instauró un nuevo orden internacional fiel reflejo del nuevo equilibrio de poderes en el que el mundo se alineaba en dos grandes bloques militares y políticos en pugna. En lo económico, la instauración del dólar como moneda de reserva internacional, la creación del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, y el mantenimiento del Banco de Pagos Internacionales como banco central mundial encaminado al control de la política monetaria internacional de los distintos bancos centrales, perfilaron la hegemonía norteamericana. En lo político, la legitimación de las actos del nuevo imperio a través de la ONU, y la ampliación y extensión de la OTAN/NATO solidificaron esa misma hegemonía en lo político y lo militar. La arquitectura imperial de EE.UU. como instrumento del imperio del dinero estaba culminada.

Después de algunas crisis del modelo superadas con éxito por el imperio, como ocurrió con la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods y la creación del petrodólar , la caída de su oponente soviético y el desmoronamiento del bloque comunista entre 1989 y 1991, y tras décadas de política de agresión norteamericana, llegó el triunfo del paradigma liberal y su expansión territorial global , en la creencia errónea de la validez universal del modelo, que topó duramente con la realidad de la aparición de un nuevo enemigo absoluto en las paredes acristaladas de las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001.  Entre 1991 y 2001 se había creado la ilusión de un mundo unipolar de los EE.UU. que ponía fin definitivo a los conflictos por la hegemonía mundial, quedando ésta definitivamente establecida en favor del poder del dinero, sellando tal éxito la aportación teórica del entonces neoconservador Fukuyama con su “fin de la Historia”.

Con la caída del régimen de terror soviético, el mundo sufrió un giro radical pasando de la bipolaridad a la hegemonía unipolar norteamericana. Este triunfo del liberalismo y del capitalismo despertó aún más si cabe el ansia imperial de los EE.UU. que desató una ofensiva militar para reordenar el mundo según sus intereses estratégicos, arrasando países enteros como Iraq, Afganistán o Siria, y mientras EE.UU. reivindicaba la responsabilidad y el mérito de “extender la democracia”, se iniciaban guerras sin fin y se multiplicaban los focos de los conflictos. Apareció así un mundo alejado de la estabilidad y la prosperidad económica. Desde 2008 el centro del capitalismo se encuentra en una profunda y prolongada crisis, cuyas ondas sísmicas aún no han cesado y de la que nadie sabe cuándo se va a salir. Una crisis que ha supuesto la destrucción los sistemas de bienestar social europeos tal y como los habíamos conocido.

El despliegue militar de los norteamericanos y sus aliados desde el Báltico a las fronteras de Paquistán, imponiendo un cerco militar y estratégico a la Rusia de Putin que busca recuperar su papel imperial, se ha visto primero complicado con la crisis económica desencadenada por la voracidad de las élites financieras y las corporaciones transnacionales, y después ha devenido en insostenible ante la ofensiva del Islam y la importancia que ha cobrado el Pacífico tras el auge político, económico y militar de China. Por último, Estados Unidos no ha podido invadir Siria y desatar un nuevo foco de guerra, que incluyera a Irán. De esta forma se demuestra que EE.UU. encuentra límites a su política de agresión inexistentes al final de la Guerra Fría.

El mundo se ha vuelto un lugar muy peligroso, más de lo que lo fue nunca antes, y el escenario estratégico se caracteriza por la escasez de certezas y un gran número de incertidumbres. El actual tablero geoestratégico mundial, está definido por cuatro elementos:

1º) El alto coste del despliegue militar de los EE.UU. que ha llevado a esta nación durante el mandato de Obama a un repliegue y cambio de proyección estratégica de su política exterior;
2º) La decadencia de Europa que la aproxima a su extinción física;
3º) La aparición de nuevos actores influyentes en la escena geopolítica: China, Rusia y el Islam;
4º) La profunda crisis del capitalismo, no sólo en lo económico, proyectado en una mayor desigualdad y pobreza, sino que también en lo referente al equilibrio natural y la evolución del clima, el agotamiento de los recursos y la escasez de las fuentes de energía motivada por el aumento de la demanda. Todo ello en el contexto de una terrible explosión demográfica mundial. Para que podamos hacernos una idea,  en 1970 la población mundial era de 3.500 millones, hoy supera los 7.000 millones. En menos de medio siglo la población mundial se ha doblado.

1º) El coste de la hegemonía militar de los EE.UU. El repliegue militar y el cambio de orientación estratégica.

El 83% de los norteamericanos, según el Pew Research Center , se muestra contrario a continuar con la política de intervención norteamericana en el exterior, y quieren dedicar los recursos económicos de ésta a salvar a la clase media. Más de diez años consecutivos de exportar jóvenes norteamericanos e importar bolsas con cadáveres, de malbaratar ingentes recursos económicos en la industria militar, contratistas y señores de la guerra locales, han terminado por agotar los fervores bélicos del norteamericano medio. El cansancio de la sociedad norteamericana y el agotamiento económico han llevado a Obama a organizar el repliegue norteamericano bajo el nombre de una nueva doctrina estratégica: la "strategic restraint" o “restricción estratégica”
 
El presidente Barack Obama saluda a cadetes en la academia militar de West Point, el 1 de diciembre de 2009 (Reuters)
El presupuesto de defensa de EE.UU. alcanza 610.000 millones de dólares, mientras que el de China, que ocupa el segundo lugar, es de 216.000 millones y el de Rusia se sitúa en torno a 84.000 millones. En comparación, EE.UU. gasta más en su presupuesto de defensa que los siguientes quince países. EE.UU. tiene el 5% de la población mundial, no obstante, supone casi el 50% de los gastos militares totales del mundo. Desde 2008 el presupuesto de defensa  ha caído hasta representar un 16% del gasto federal: la menor proporción desde la II Guerra Mundial. Si se incluye la financiación de las Operaciones de Contingencia en el Extranjero, el presupuesto del Ejército se ha reducido en un 41,8% desde 2011, al tiempo, el presupuesto de Seguridad Nacional bajó un 15% durante el mismo período. En 2011 había 566.000 soldados, ahora hay 490.000 y se reducirá esa cifra a 450.000 a finales de 2017, el ejército más reducido desde 1945. Así, se espera una reducción del gasto en defensa en 1.000 millones de dólares en 10 años, La reducción se da en todos los departamentos, desde el área civil a la logística, la marina y el ejército. La apuesta de la doctrina Obama se centra en el uso de drones y tropas locales, lo que significa la necesidad de impulsar la innovación tecnológica y el espionaje.

Las voces dando la alarma sobre las consecuencias de la reducción del gasto militar no se han hecho esperar. En marzo, el general Ray Odierno, jefe del Estado Mayor del Ejército, testificó ante el Congreso diciendo: "El implacable  estancamiento  presupuestario  nos  ha  obligado  a  degradar  nuestra  disponibilidad  a  niveles históricamente bajos". Odierno concluyó que el Ejército ya no puede ejecutar la estrategia de defensa de Estados Unidos y añadió que hoy sólo un tercio de las unidades de combate del Ejército de Estados Unidos están listas para la acción y que carecen de capacidad para ejecutar la Guía Estratégica de Defensa . Obviamente, estas declaraciones no han pasado desapercibidas y rápidamente han sido propagadas por los voceros del neoconservadurismo como la Fundación Heritage, cuya alarma ha llegado hasta España a través del diario libertadigital.com, terminal neoconservadora en nuestro país.
 
Fuente gráfico: Mapa publicado en el Atlas del Mundo en Transformación del Bank of America Merrill Lynch, a base de los datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIRPI, por sus siglas en inglés)
 Por el contrario, Paul Bracken, profesor de la Universidad de Yale y experto en nuevas tecnologías y defensa, opina en sentido adverso al del Jefe del Estado Mayor Odierno, el recorte presupuestario es muy improbable que se complete y el nuevo despliegue no alterará la política norteamericana, porque “las nuevas tecnologías están teniendo un impacto enorme en el Pentágono. Por un lado está el impacto en el sector de inteligencia; un ejemplo sería la creación del cibercomando, cuyo director es también el de la NSA. El segundo impacto lo estamos apreciando ahora: en las compañías que abastecen de armas al Pentágono, que ha construido un segundo Silicon Valley en el norte de Virginia: miles de pequeñas compañías que trabajan en defensa” Sin embargo, el profesor Bracken opina que no van a dejar una huella clave en la política exterior de Estados Unidos. “No creo que veamos los pronunciados aumentos en eficiencia que vimos en los años sesenta”, declara. “Hay una larga historia de prometer mejoras en la eficiencia, pero es exagerado. Y es muy improbable que veamos esos recortes en defensa, independientemente de quién sea elegido presidente. Ya ha habido recortes en el ejército y la marina” 

¿Ha comenzado el declive militar de los EE.UU.? No lo creo, no estamos ante en las puertas de un mundo postamericano (Nye, Zacharia, Brzezinski, Paul Kennedy...). Los EEUU siguen dominando con la City las finanzas mundiales, el dólar sigue siendo la moneda de reserva mundial, el mercado de hidrocarburos se sigue negociando en dólares, y aunque es discutible que sigan siendo la mayor economía mundial, su presupuesto militar es mayor que el del resto del mundo, y el atractivo de su soft power (música, cine...) sigue estando en primer lugar. El imperio permanece.
 

[1] El petrodólar tiene su origen en el momento en el que la administración de Nixon fue obligada a abandonar el 15 de Agosto de 1971 el Acuerdo de Breton Woods, por el que el dólar quedaba respaldado por oro a razón de 35$/onza. El resultado fue que el dólar como moneda de reserva mundial desde 1944, quedaba como moneda “flotante”, la inflación masiva generó una crisis monetaria que desembocó en la energética de 1973, que fue hábilmente resuelta por la administración de Nixon. La OPEP consideró cambiar en 1973 y 1978 el precio del petróleo, e imponer una “cesta de monedas”. Esta reflexión obligó a los Secretarios del Tesoro de las presidencias de Nixon y de Carter a negociar con Arabia Saudí para hacer fracasar estos proyectos. El acuerdo al que llegaron impuso un trato preferencial para con la autoridad monetaria Saudita en 1974 para la compra de 2,5 mil millones en bonos del Tesoro de los EE.UU. fuera del proceso normal de subasta. Es decir, a coste muy reducido, a cambio la OPEP sólo utilizaría dólares para comerciar con el crudo. Por entonces, todas las inversiones sauditas en los EE.UU. fueron declaradas “secreto”, estos datos sólo pudieron ser conocidos y hechos públicos años después, a través del “Acta de Libertad de demanda de Información” (FOIA). Nuevamente en 1978, el Secretario del Tesoro Werner Michael Blumenthal, un judío alemán naturalizado estadounidense, se entrevistó con el ministro de finanzas saudí para frustrar una propuesta de la  OPEP de formalizar una “cesta de petromonedas” (dólar, yen y marco). El precio que tuvo que pagar por ello a la monarquía saudí fue un aumento del 350% de poder para su voto dentro del FMI. Desde estos acuerdos con los saudíes, el dólar quedaba otra vez establecido como divisa de referencia mundial y petromoneda monopólica, convirtiéndose en la clave de la hegemonía norteamericana, y la principal preocupación del complejo financiero, industrial y militar que dirige esa nación.
[2]  Ver: La expansión del modelo político norteamericano.
 www.lagranpartida.blogspot.com.es/2012/12/la-expansion-del-modelo-politico.html
[3] Es un think tank con sede en Washington, D. C. que brinda información sobre problemáticas, actitudes y tendencias que caracterizan a los Estados Unidos y el mundo.
[4]  www.elconfidencial.com/mundo/2015-10-13/es-la-doctrina-obama-el-ocaso-militar-de-estados-unidos_1054720/